A través de la relación macroscópica entre temperatura y movimiento en átomos y conjunto de átomos, y la relación nanoscópica entre ellos es posible entender que una sustancia solida se convierta en liquida (como cuando se funde la cera de una vela) o un liquido se convierta en gas (como cuando se hierve el agua); sin embargo, esto no explica completamente por qué hay sólidos que se funden a baja temperatura y otros necesitan temperaturas más altas. De hecho, tampoco explica por qué diferentes sustancias presentan distintos estados de agregación a la misma temperatura; por ejemplo, la cera que es solida, el nitrógeno del aire que es un gas y el agua que es liquida a temperatura ambiente. Para entender estas diferencias es necesario comprender como es la estructura interna de cada sustancia.
Las temperaturas de fusión y de ebullición, mediante las cuales una sustancia pasa del estado sólido al líquido y del líquido al gaseoso, respectivamente, indican como es su estructura interna. También es un indicio de la fuerza con la que están unidos los átomos o los conjuntos de átomos que la forman.