En los humanos también hay señales químicas ligadas con la reproducción, aunque generalmente no son debidas al color. En las personas se produce una sensación de enamoramiento que lleva a los individuos a querer estar juntos, a no importarles lo que ocurre en su entorno y a sentirse felices. La emoción del enamoramiento es única porque no se siente con ninguna otra experiencia. Algunas investigaciones científicas han llevado a plantear que el amor es una emoción muy compleja en la cual intervienen numerosas sustancias, todas necesarias para producir los característicos arrebatos sentimentales.
Todos los seres vivos emiten sustancias. Cuando los individuos se acarician o besan se producen unas sustancias que provocan bienestar. Sentir atracción por una persona es el primer paso para la amistad y el amor, y suele atribuirse a la vista, aunque la ciencia responsabiliza al olfato. Esta afirmación se debe al descubrimiento de sustancias que atraen o repelen a los seres vivos, llamadas feromonas, que se evaporan a temperatura ambiente y viajan por el aire sin destruirse.
Los receptores olfativos del ser humano reciben feromonas de muchas personas, pero sólo responden cuando llega el olor de una persona que ejerce la atracción. La respuesta se debe a sustancias químicas que se liberan y físicamente ocasionan una descarga eléctrica que pone al cerebro en alerta máxima. Cuando en el cerebro se registra a la persona indicada, se secretan varias sustancias químicas. Entre todas destaca una que actúa como directora: la feniletilamina. El proceso químico puede dividirse en dos fases neuroquímicas sucesivas: atracción y afecto. En la primera, la feniletilamina orquesta en el cerebro la secreción de la dopamina, que es la responsable, junto con la feniletilamina, de la sensación de "amor a primera vista".
Durante la segunda fase se producen sustancias como las endorfinas y las encefalinas, responsables de fomentar el afecto entre las dos personas, permitiendo a la pareja sentirse en un estado de seguridad, paz y calma. Además se sabe de la producción de otra sustancia llamada "del abrazo", que provoca la necesidad de estrechar, enlazar, apretar y abrazar.
También hay sustancias para la pasión. La producción de melatonina, que participa en la regulación de nuestras etapas de vigilia y sueño, y la disminución de serotonina, sustancia ligada con la depresión y el aumento de la producción de la hormona testosterona, provocan el apasionado impulso sexual. Se cree que las feromonas son tan poderosas que fueron las responsables del invento de los perfumes. Cuentan que en París, las personas se alteraban demasiado al oler las feromonas de los demás, y para evitarlo se crearon fragancias. Sin embargo, el amor apasionado puede terminarse. El cuerpo aparentemente se hace resistente a los efectos de estas sustancias, o se acostumbra a las feromonas de su pareja, con lo cual se termina esa sensación de hormigueo y emoción descontrolada. Lo que queda es el amor que algunos llaman verdadero y que, según otros, sí puede ser eterno. Como dice la canción, los adultos "aman menos, pero aman mejor".
El tema de las feromonas en los humanos aún causa controversias, pues sus efectos no son tan claros como en el caso de los animales. En apariencia, esto se debe a que el cambio evolutivo en las mujeres no ha permitido que se muestre físicamente la etapa de la ovulación. Existe una interesante teoría según la cual eso fue para disminuir la violencia entre los machos. Si éstos se dan cuenta del periodo reproductivo, como ocurre en la gran mayoría de los mamíferos, se pelean. Aunque sólo es una teoría.
Además de las sustancias que permiten la comunicación entre individuos, existen otras que señalizan, pero de manera distinta. Por ejemplo, la sustancia llamada óxido nítrico está relacionada con la erección sexual en los hombres. En 1842, Alfred Lord Tennyson escribió el poema "Locksley Hall", que dice: "Los jóvenes piensan en el sexo al menos cuatro veces en una hora." La imaginación puede volar con los pensamientos del amor, pero para que éstos produzcan una reacción en el cuerpo deberá secretarse una sustancia llamada óxido nítrico. No importa cuántas veces al día un joven piense en el sexo, si no está presente el óxido nítrico no tendrá una erección. El óxido nítrico es uno de los gases que salen del tubo de escape de los automóviles y es tóxico cuando se inhala en grandes cantidades, pero cuando se libera dentro del cuerpo a través del metabolismo tiene efectos interesantes, ya que se produce en las dosis y los sitios adecuados. El cuerpo utiliza al óxido nítrico para relajar los músculos, matar las células ajenas al organismo y reforzar la memoria. Al relajar los vasos sanguíneos, alivia los ataques de angina de pecho en una persona mayor, y en los jóvenes provoca erección. Los pensamientos y estímulos eróticos envían señales a los nervios del cuerpo cavernoso del pene, que es un músculo esponjoso. Al recibir la señal se libera óxido nítrico, se relaja el músculo y la sangre entra en los tejidos, que se hinchan, con lo cual el pene queda erecto y listo para una relación sexual.
Esta función del óxido nítrico la descubrieron Karl-Erik Andersson y sus colaboradores en 1991. Antes de este descubrimiento, al óxido nítrico sólo se le veía como un contaminante que salía de los escapes de los automóviles y era precursor de la lluvia ácida. Para aumentar los niveles de óxido nítrico en la sangre se ingieren sustancias químicas que lo forman dentro del cuerpo.
Otro tipo de señal, menos evidente, es la que debe producirse entre un espermatozoide y un óvulo para que puedan encontrarse y fecundarse. La fecundación es quizás el evento biológico más importante en las especies con reproducción sexual. Para que ésta ocurra, el espermatozoide y el óvulo deben dialogar. El espermatozoide no puede "ver" al óvulo, por lo que para llegar a él deben sucederse una serie de reacciones químicas que le permitan encontrarlo.
En resumen, las sustancias químicas están presentes y sirven para señalizar diversas situaciones. Aunque no todas las señales entre los individuos son químicas, sí lo son las más importantes y, sobre todo, las más excitantes.