Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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1.3 LAVOISIER Y EL DESCUBRIMIENTO DEL OXÍGENO

 

Para muchos, Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794) es el creador de la química moderna. Nació en París, casi 50 años antes del inicio de la Revolución francesa, que marcó un hito en la historia moderna del mundo occidental, y cinco años después de iniciada ésta fue condenado a muerte en la guillotina por un tribunal revolucionario, al ser declarado culpable de un complot que "favorecía a los enemigos de Francia".

Lavoisier es considerado el padre de la química moderna porque sistematizó las investigaciones de muchos otros científicos e hizo énfasis en el uso de la balanza y en las determinaciones precisas. También echó por tierra la teoría del flogisto propuesta por Stahl. Se le atribuye el descubrimiento del oxígeno, el cual fue hallado, al mismo tiempo, por el químico inglés Joseph Priestley (1733-1804), quien haciendo experimentos con óxido de mercurio, obtuvo oxígeno, al que llamó aire desflogisticado, porque descubrió que puede ser respirado y permitía que las maderas incandescentes ardieran, fenómeno que no era posible en prescencia del flogisto.

El hallazgo del oxígeno hizo famoso a Lavoisier, pues fue él quien primero publicó sus resultados y, contrario a la teoría del flogisto, no lo identifica como Priestley, como aire desflogisticado, sino que lo llama oxígeno y lo reconoce en muchas otras sustancias. Para nombrar al oxígeno, Lavoisier utilizó dos raíces griegas ὀξύς (oxys) (ácido, literalmente "punzante", por el sabor de los ácidos) y -γενής (-genēs) ("generador, que engendra"), porque creyó que el oxígeno era un constituyente indispensable de los ácidos.
Lavoisier leía las investigaciones de sus colegas y tuvo la inteligencia y habilidad para comprender que muchas hipótesis eran similares. A partir de estos trabajos, realizó experimentos con los cuales logró sustentar la revolucionaria teoría de la combustión. Antes de esta teoría, todos los científicos hablaban del flogisto. Lavoisier pensaba que éste y otros términos utilizados en la época eran anticuados y no se ajustaban a las nuevas teorías, en especial a la de la combustión. Por ello consiguió que sus colegas le apoyaran rompiendo con la nomenclatura tradicional, al escribir el libro Método de nomenclatura química, dirigida por Lavoisier y publicado en 1787. Desde ese año, esta obra constituye la base de la nomenclatura actual.

Nomenclatura

La nomenclatura propuesta por Lavoisier todavía contenía un gran número de figuras. Lo que se ve en el cuadro actualmente se escribiría así:

Fe + 2H2O + 3O2 + 4N2O

Se dice que uno de los principales méritos de Lavoisier fue usar la balanza de manera metódica, pero realmente en los laboratorios de química de esa época ya era un instrumento común utilizado por muchos científicos. Además de él, otros como el físico y químico británico Henry Cavendish (1731-1810) también la usaron. Los científicos contemporáneos de Lavoisier no habrían avanzado en sus investigaciones si no hubiera sido por el habilidoso trabajo de los expertos fabricantes franceses de balanzas, quienes las hacían cada vez más finas y precisas.

Existen indicios de la ley de la conservación de la materia desde los griegos, con Tales de Mileto y  Heráclito. Después fue retomada por Bacon y Kant, quienes influyeron en los enciclopedistas franceses.

Lavoisier validaba sus experimentos con la balanza, al grado que pesaba cada uno de los instrumentos, sustancias y materiales que utilizaba, algo realmente revolucionario para la época. Sin embargo, él nunca enunció la "ley de conservación de la materia" como la conocemos ahora.

La historia le atribuye ese mérito, posiblemente en recompensa por su violenta muerte. Su interés por la conservación de la materia proviene, probablemente, de su experiencia como cobrador de impuestos del imperio, pues él suponía que el comercio internacional era un sistema de intercambio y de flujo, en el cual la cantidad de riqueza se mantiene constante.

Sus revolucionarias propuestas científicas las condensó en un libro que publicó el mismo año del estallido de la Revolución francesa y tituló Tratado elemental de química. Su texto estaba dirigido a principiantes, "aquellos que no están contaminados con las viejas teorías del flogisto". En la introducción de su tratado, Lavoisier desdeña a la historia de la química: "en lugar de observar las cosas que queríamos conocer, las imaginábamos. De suposición falsa en suposición falsa, hemos acumulado errores que se han convertido en prejuicios que hemos vuelto principios, en este punto sólo existe la posibilidad de olvidar todo lo aprendido y volver al origen de nuestras ideas…"


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