Desde finales del siglo XX pocos términos como “desarrollo sustentable” han resultado tan polémicos. Se ha utilizado indistintamente como referencia y estímulo positivo por parte de un amplio grupo de actores sociales: desde las grandes multinacionales, los grupos y organismos ecologistas no gubernamentales, los sindicatos, hasta los partidos políticos que lo usan cuando hacen referencia a sus programas de medio ambiente. A pesar de su utilización masiva, no deja de ser confuso; equivocadamente se habla de “crecimiento” en lugar de “desarrollo” y de sustituir “sustentable” como “sostenido”.
La difusión del desarrollo sustentable ha sido favorecida por diversos organismos de la ONU que adoptaron el término en las estrategias planteadas para el desarrollo. Sin embargo, para muchos se trataba de una estrategia pensada por los países desarrollados, sin incorporar suficientemente las visiones y necesidades de los países menos desarrollados. Las tareas principales se han enfocado en reducir la pobreza, el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, el ordenamiento del territorio, el desarrollo tecnológico compatible con la realidad social y natural, la organización y la movilidad social.
Sin embargo, el estilo de vida de la población de los países desarrollados crea una situación no sustentable, independientemente de lo que puedan hacer los países en desarrollo. Muchas personas viven por encima de los medios ecológicamente aceptables, de ahí que sea prioritario incluir aspectos éticos y políticos dentro del debate en torno al concepto de desarrollo sustentable.
Hoy existen dos problemas que permiten medir el desafío del desarrollo sustentable, son el de la energía y el cambio climático. Estos temas representan todo un reto, pues enfatizan las tres dimensiones del desarrollo sustentable: la ecológica, la económica y la social. Todas las alteraciones naturales, directas e indirectas, derivadas del cambio climático son susceptibles de producir a su vez cambios sociales: por ejemplo, importantes migraciones en un planeta que, antes del cambio climático, se encontraba en otras condiciones, también ocasionarían grandes dificultades agrarias, económicas y sanitarias. Por tanto, no es posible un planeta ecológicamente sustentable sin la solidaridad, ya que un desarrollo sustentable exige sacrificios que deben ser repartidos entre todos los habitantes.