Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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4.1 PROCESO ECONÓMICO

4.1.1 El trabajo y el desempleo

El conocimiento geográfico permite diferenciar una gama de lugares en la superficie terrestre, donde la presencia humana los ha modificado con diversos grados de intensidad a través del tiempo. Hay lugares, como las zonas polares o los desiertos, que han limitado el establecimiento de los asentamientos humanos y, por consiguiente, la modificación que la sociedad ha realizado sobre ellos ha sido mínima; en cambio, en otros, hay paisajes transformados tanto en espacios rurales como urbanos, así como en zonas costeras o hacia el interior de los países, o bien desde las llanuras fluviales, hasta lugares montañosos a elevada altitud.

Desde la antigüedad, el ser humano ha trabajado para obtener los bienes y servicios que necesita; por esta razón, con el tiempo sus actividades se han diversificado y especializado. Para realizar un trabajo es preciso poseer conocimientos, habilidades y técnicas. También surgió el comercio que permitió el intercambio de los sobrantes o excedentes de lo que producían. En un principio, el trueque fue útil para cambiar unos productos por otros. Pero al intensificarse las relaciones comerciales apareció el dinero como unidad para expresar el valor de los productos y facilitar su intercambio.

Las necesidades humanas son diversas. De acuerdo con su importancia y el grado de satisfacción que proporcionan pueden ser vitales para sobrevivir (como comer, vestir y tener un refugio), y secundarias, porque incrementan nuestro bienestar (ver una película en el cine, escuchar música o comprar el modelo de teléfono celular más reciente).

Las personas realizan un trabajo o actividad que les permite obtener los satisfactores necesarios para sobrevivir. Trabajan en determinados sectores laborales, algunos lo hacen para instituciones del gobierno o bien para una empresa privada. unos más trabajan por su cuenta y algunos realizan su actividad de forma legal, mientras otros laboran en la ilegalidad.

Las proporciones de la población activa que labora respecto a la población total dependen en gran medida de la pirámide de edades; por ejemplo, hacia el año 2000 la población trabajadora y sostén económico de México, según los datos censales, no superaba los 34 millones de personas en un país de poco más de 97 millones; es decir, 35% de la población con 12 años o más trabajaba, mientras el 65% restante que incluía a los niños, estudiantes, ancianos o discapacitados, no laboraba.

Por otro lado, según la forma de organización laboral, las personas trabajan de forma legal o formal si su trabajo se realiza bajo la normatividad vigente, ya sea como trabajadores por su cuenta o bien dentro de alguna empresa pública o privada. En estos casos son considerados legales los que tienen la protección que les brinda el salario de su trabajo, pagan impuestos y tienen sus documentos laborales en regla ante las autoridades correspondientes. Sin embargo, si realizan su actividad u oficio sin tener registros laborales y protección, evaden el pago de impuestos, o bien laboran en actividades ilícitas, serán considerados informales e ilegales.

En relación con los temas laborales, un aspecto de interés es el creciente incremento del desempleo o paro y el llamado subempleo en varias zonas del mundo. Desde el siglo XIX y hasta la segunda guerra mundial, conflictos bélicos, sociales y económicos ocasionaron elevados índices de personas sin trabajo.

Desde las últimas décadas del siglo XX el problema se ha agravado con la implementación de políticas de apertura comercial. La competencia empresarial del mundo global segrega a la población trabajadora. Si bien es cierto que se establecen nuevos empleos, muchos de éstos son temporales y están dirigidos a los jóvenes, o bien requieren un cierto grado de especialización que la mayoría de la población no posee. Incluso muchas zonas rurales de países en desarrollo están en declive por la falta de inversión, precios inadecuados para los productores y la expulsión de la población hacia las ciudades o países que ofrecen mejores oportunidades de empleo y salarios.

Finalmente, otro aspecto relevante en el mundo laboral es el poder que los trabajadores han alcanzado mediante la organización, ya sea en sindicatos o en grupos sociales, desde el siglo XIX, para defender sus derechos. Éstos no han perdido su importancia a pesar del abuso que algunos de sus dirigentes han cometido hacia los trabajadores, al aliarse con los empresarios o con el gobierno.

Por su parte, las fases del proceso económico (producción, distribución y consumo) son el conjunto de etapas o acciones encaminadas a satisfacer las necesidades de un determinado lugar del planeta, con base en las actividades económicas que se realizan en éste para elaborar productos o para prestar servicios. Estas fases están interrelacionadas; cada objeto, producto o materia prima pasa por un proceso de producción en el cual intervienen diversos factores naturales, humanos y técnicos indispensables antes de ser distribuido y consumido.

Las fases anteriores, así como los agentes (individuos, empresas privadas e instituciones de gobierno), conforman el escenario económico donde se desenvuelven las diversas actividades humanas. Todos estos componentes son indispensables para la consolidación de los sistemas productivos de actividades tan diversas como la agricultura, la minería, la industria o el comercio. Diversos factores condicionan la existencia de tales sistemas; cada uno posee una estructura, funciones y dinamismo propios en el tiempo y el espacio, por lo que están sometidos a periodos de estabilidad y crisis.

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4.1.2 Sistemas económicos

La satisfacción de necesidades ha requerido diversas formas de organización productiva –como el comunismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo– que han variado a través de la historia de la humanidad.

El capitalismo. la economía de mercado | La evolución del sistema económico capitalista permite explicar la organización económica del mundo actual. La economía de mercado nació en Europa y tiene como antecedente el feudalismo, que se estableció como modo de producción en algunas regiones de ese continente, del siglo IX al XIII de nuestra era, y en algunos casos se prolongó hasta el triunfo de las revoluciones burguesas en Inglaterra, Francia y Alemania, en los siglos siguientes al Renacimiento. Diversos acontecimientos históricos posteriores, como las cruzadas y los viajes de exploración, también fueron importantes para la formación de la economía de mercado.

El capitalismo ha presentado algunas etapas dentro de su evolución:

  1. El mercantilismo. Esta primera fase se desarrolló en los siglos XVI y XVII y coincidió con la consolidación de la doctrina económica mercantilista basada en el comercio y la riqueza de las naciones determinada por la cantidad de metales preciosos que poseían. Como base del capitalismo se promovió la libertad de las personas y las empresas en la planeación económica y se confirmó la existencia de un “libre mercado”, caracterizado por la acumulación de capital. Génova, Venecia, Ámsterdam, Amberes, Brujas, así como algunas urbes de la península ibérica fueron ciudades donde se fortaleció la acumulación de capital durante este periodo.
  2. El capitalismo industrial. Hacia el siglo XVIII, la primera revolución industrial inició en Inglaterra con la implantación de la máquina de vapor y el uso del carbón; así se impulsó una nueva fase evolutiva del capitalismo. En 1776, Adam Smith y otros economistas expusieron sus principios, entre los que destacaron la división social del trabajo para el avance del capitalismo. Desde la perspectiva del capitalismo industrial, el aumento de la riqueza ya no dependió sólo de la cantidad de metales preciosos obtenidos, sino de la producción capitalista, donde el excedente económico se reinvertía para obtener mayores ganancias.
    Esta fase capitalista fue de gran importancia para la organización económica de los nacientes Estados modernos europeos, de otros territorios de Europa y posteriormente del resto del mundo, porque se aceleró la transformación del espacio geográfico.
  3. El capitalismo monopolista. Hacia 1870 se inició la segunda revolución industrial con la incorporación al proceso productivo de nuevas formas de energía, como la electricidad y el petróleo, así como el desarrollo de los transportes como el ferrocarril, en un principio, y posteriormente el automóvil y los aviones. Además, las vías de comunicación mejoraron con la apertura del Canal de Suez (1869) y del Canal de Panamá (1914).

El capitalismo fomentó la dependencia económica, por lo que los países capitalistas obtenían materias primas o mano de obra barata de otros países a cambio de permitirles el acceso a su tecnología, maquinaria y asistencia técnica, entre otros. A finales del siglo XIX se dio un gran desarrollo de la industrial textil y siderúrgica. La industria se internacionalizó y, como resultado, se generaron grandes flujos de materias primas, como algodón, hierro y carbón.

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FUENTE: elaboración propia.

El liberalismo económico, junto con la exportación de bienes, promovió el consumismo y el crecimiento empresarial. Además se formaron las compañías monopólicas que controlaban las actividades y a la vez promovían el desarrollo científico y tecnológico. Éstas permitieron que el capitalismo se consolidara y se obtuvieran las mejores ganancias; sin embargo, al mismo tiempo se favoreció la desigualdad en la distribución de la riqueza, lo que propició la división de la sociedad en “clases sociales”, que con frecuencia entraron en conflicto.

A raíz de la crisis financiera de 1929 los gobiernos de muchos países adoptaron el proteccionismo, disminuyeron la producción mundial y los flujos comerciales libres mundiales. Debido a lo anterior, surgió la propuesta del Estado del bienestar, encaminado a apoyar las negociaciones colectivas de los trabajadores y crear los sistemas de seguridad social. En este sentido, los planteamientos de John M. Keynes (1883-1946) fueron importantes porque fundamentaron la intervención del Estado en la economía nacional con su poder económico para disminuir las depresiones, favorecer el gasto público y compensar la caída del gasto privado. Estas acciones fomentaron el crecimiento del capitalismo y los niveles de vida, pero provocaron la disminución de la oferta de energía y el crecimiento de su costo, en especial del petróleo, lo que hizo crecer la inflación y el desempleo hacia el decenio de 1960.

Entre los principales efectos territoriales del capitalismo se citan los siguientes:

  1. La expansión de la economía de mercado alcanzó la mayor parte de los países del mundo.
  2. Las transformaciones económicas propias del capitalismo modificaron paisajes naturales y humanos. Las zonas rurales y urbanas mostraron los efectos de la aplicación de políticas territoriales para elevar la productividad y capitalizar los diferentes usos del suelo.
  3. La producción, distribución y el consumo de productos de las actividades agropecuarias, la explotación forestal, el desarrollo de la industria siderúrgica y la tecnología de punta, la construcción de vías de transporte, el turismo, e incluso la reorganización de las ciudades para construir centros comerciales y de ocio, muestran evidencias de las transformaciones territoriales del capitalismo.

Sin embargo, este esquema de éxito aparente tuvo efectos negativos entre la población trabajadora. Largas jornadas de trabajo, enfermedades, escasos beneficios sociales y explotación laboral fueron algunas de las causas que desencadenaron protestas y huelgas; además, aparecieron críticos severos del sistema económico capitalista. Todo lo anterior motivó el nacimiento de ideas y planteamientos antagónicos al capitalismo que derivaron en la creación de un nuevo sistema económico.

El socialismo y la planificación central | Las reflexiones teóricas, como las propuestas por Robert Owen (1771-1858), Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (18201895), proporcionaron alternativas al capitalismo. El marxismo es la doctrina que impulsó el avance de los planteamientos socialistas y motivó la propuesta de un sistema económico alternativo, donde el eje principal fue la planificación central de la economía por parte del Estado, para que los beneficios de la producción y la distribución llegaran a un mayor número de personas. Es así como nació el socialismo, cuyo objetivo final fue el establecimiento de una sociedad comunista.

Si bien el socialismo tuvo su origen como corriente teórica del pensamiento económico a mediados del siglo XIX, fue hasta 1917 cuando se implantó como un sistema económico, a raíz de una revolución social en la antigua Rusia.

La unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se estableció en 1922, por lo que el sistema económico socialista entró en el escenario mundial. Su llegada ocasionó un impacto importante en el mundo capitalista debido a las diferencias entre ambos sistemas. Paulatinamente, la URSS se fortaleció mediante un crecimiento económico notable y la planificación de su economía.

Más tarde, este sistema económico fue adoptado por los países de Europa oriental con los cuales la URSS estableció fuertes vínculos económicos, políticos y militares. Incluso, en su momento, la mayoría de esos países fueron considerados desarrollados bajo este sistema. Después de la segunda guerra mundial, el socialismo fue adoptado por países asiáticos como China, Mongolia y los de la península de Indochina; mientras, en América, a raíz de una revolución, se estableció el sistema socialista en Cuba.

En el socialismo no hay propiedad privada ni libre mercado; en cambio, se promueve la propiedad comunal o social de los medios de producción (tierra, herramientas, maquinaria, etc.) en sus formas estatal y cooperativa, con el fin de promover, lo más equitativamente posible, la distribución del ingreso, la riqueza, la oportunidad y el desarrollo económico. Las autoridades del Estado centralista deciden qué, cómo y para quién producir, controlan el comercio y fijan los precios de los productos de acuerdo con los planes económicos establecidos, con ello procuran elevar el nivel de vida y evitar la pobreza. Mientras, toda la población participa en el trabajo de acuerdo con sus habilidades y recibe un sueldo en función de su desempeño.

Algunos de los impactos territoriales del socialismo fueron los siguientes:

  1. La presencia territorial del régimen socialista fue importante, por cobertura geográfica, en Europa oriental. En ninguna otra zona del mundo se agruparon tantos países bajo la influencia soviética. La posterior expansión del modelo socialista alcanzó diversos países del mundo. Chile, Mongolia, Camboya, Yemen, Angola, Mozambique, Togo y Benin fueron algunos países que adoptaron temporalmente el socialismo e implantaron reformas procomunistas.
  2. Desde un punto de vista económico, acciones socialistas como la reforma agraria, la colectivización de las zonas rurales y urbanas, la planeación industrial, la creación de las comunas chinas, la introducción de las koljoz(granjas colectivas) y las sovjoz (granjas estatales) soviéticas, así como la asistencia e intercambio económico, ocasionaron cambios en los paisajes de la URSS, Europa oriental y algunas zonas del este de Asia, en particular, China, el norte de Corea y Vietnam.
  3. A mediados del decenio de 1980, el socialismo comenzó a experimentar una serie de cambios, en especial en los países de Europa oriental y en la URSS, con la aparición de ciertas reformas políticas y económicas. Esto ocasionó hacia fines del mismo decenio lo que se ha llamado la desaparición del “sistema socialista” en la URSS y en varios países de Europa oriental; lo anterior transformó, drásticamente, la división política europea y originó flujos importantes de población emigrante.
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    Después de la segunda guerra mundial, el sistema económico socialista se expandió en ocho países de Europa oriental bajo la influencia soviética. Después de 1989, todos han transitado a una economía de mercado.

  4. En 2009, Corea del Norte, Vietnam, Laos, Cuba y China mantenían un régimen socialista, desde un punto de vista político, aun cuando habían realizado reformas y cambios económicos que los orientaban más hacia economías de mercado.

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