La sociedad actual, sobre todo la urbana, requiere lugares que le permitan sentir paz y tranquilidad para superar los estados estresantes propios del ambiente citadino. Los espacios que cumplen con esa exigencia han adquirido una importancia inusitada al atribuírseles valores estéticos, culturales y educativos; poseen características específicas que les transmiten sus elementos: rocas, relieve, agua, aire, plantas, animales, clima y la presencia humana. Todo ello constituye una unidad y se le denomina paisaje, el cual se convierte en un recurso que debe conservarse, administrar y proteger.
Las personas perciben el paisaje según su perfil cultural, clase social, edad, experiencias y aspiraciones. Los recursos turísticos o paisajísticos comprenden al paisaje en sí mismo; la visibilidad, que es la relación entre el paisaje y el observador y la interpretación que éste hace de aquél. El paisaje no sólo implica la percepción visual; lo integran también los olores, los sonidos y el silencio. Los elementos visuales del paisaje son los que le dan coherencia y determinan el valor que se le concede. Su armonía se traducirá en una mayor demanda de esos espacios.