Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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1.2.2 El valor científico, artístico y económico de los mapas

Los mapas son un logro científico y una obra de arte al mismo tiempo. Su precio muchas veces es incalculable y está en razón de la utilidad que el mapa tenga o haya tenido. Hay fracciones de mapas hechos en el periodo de oro de la cartografía neerlandesa, en el siglo XVI, que pueden costar más de mil dólares y tener un tamaño inferior a una superficie de doce por diez centímetros. Hay mapas antiguos de México que pueden costar esa misma cantidad, que se encuentran a la venta en tiendas (reales y virtuales) especializadas de Estados unidos o Inglaterra.

Un conjunto de mapas, referidos a todo el mundo o a una parte del planeta, de un solo tema o de temas variados, presentado en forma de libro, es a lo que se llama atlas geográfico. Este producto científico debiera tener cabida obligada en todo hogar de la Tierra, debido a su gran utilidad: por ejemplo, saber dónde están y cuáles son los lugares que se mencionan en las noticias de la televisión matutina o poder planear una salida de descanso o una excursión a los alrededores del sitio de residencia cotidiano.

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Así como algunos mapas tienen un valor muy alto, los atlas geográficos también adquieren precios muy elevados, en razón del tema que se trata, a la escala en que se trata y el momento histórico en el que se produce el conjunto de mapas. un ejemplo: un atlas geográfico de Iraq, al inicio del siglo XXI, en escala pequeña, donde se muestre la distribución de la población, las diferentes etnias que viven en el país y la estructura territorial de la economía, adquiere un precio muy elevado simplemente por la situación que actualmente vive ese país. Hay una multiplicidad de ejemplos en este sentido.

Sin embargo, el valor de intercambio se ve opacado por el verdadero valor, el referido al uso cotidiano de los mapas. Cuando hay que encontrar urgentemente un sitio porque se necesita llegar al médico, a la gasolinera porque se ha acabado el combustible en el automóvil o al sitio de taxis más cercano porque se debe estar en un lugar a una determinada hora, es que se revela el valor real de los mapas para los seres humanos. El mapa los ubica, les sugiere rutas, alternativas de tránsito, les ahorra molestias. Por esta razón, los automóviles modernos, de última generación, disponen de mapas y voz computarizados, mediante un dispositivo llamado sistema de posicionamiento global, para indicarle al conductor dónde se encuentra y la ruta más rápida para ir de A a B.

Los turistas con disponibilidad limitada de tiempo que visitan los museos más importantes en Europa, como la National Gallery en Londres o el Louvre en París, reciben, por parte de la administración de éstos, mapas que contienen información sobre lo que debe verse obligadamente en ese museo, lo que les ahorra horas que, de otra manera, serían empleadas en traslados erráticos y poco benéficos.

Examinar mapas llena la pupila a los geógrafos; les agrada mirarlos, observarlos, poseerlos, coleccionarlos. Es una afición genéticamente programada que se dispara desde la edad más temprana y sólo se pierde al morir. Esta característica es común a varios cientos de miles de personas, geógrafos profesionales o geógrafos aficionados en todo el mundo, desde Islandia hasta Australia, de Chile a China. Por este motivo, tanto la geografía como la elaboración de mapas, que se desprenden de características inherentes a la sociedad humana, continuarán teniendo un valor inapreciable en el futuro, tanto inmediato como a largo plazo.


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