El nacionalismo es una corriente de pensamiento que exalta los valores específicos de una sociedad, entendida ésta desde el concepto de nación, es decir, el conglomerado de personas que comparten costumbres y cultura con las cuales se sienten identificadas y que pueden estar determinadas por las condiciones específicas naturales del territorio que ocupan. El nacionalismo es otra de las ideas surgidas en occidente. Su origen se remonta a las etapas de formación del Estado-nación, alcanzó su madurez con la revolución francesa y a partir del siglo XIX se erigió como un elemento fundamental en la formación de los Estados nacionales europeos.
Las prácticas nacionalistas se expandieron por todo el mundo, impulsadas por los procesos de colonización, lo que generó conflictos violentos que marcaron la historia de diversas regiones y países. Las expresiones del nacionalismo son muy variadas y una de las más representativas es la denominada nacionalismo étnico, que se refiere a la supuesta superioridad de una nación sobre otra basada en argumentos étnicos, lingüísticos y religiosos. Los enfrentamientos originados desde esta perspectiva se manifiestan comúnmente en el ámbito internacional y los ejemplos de ello son numerosos. Los casos más recientes se han presentado en la región de los Balcanes y en el centro de África.
Para el caso europeo, los conflictos nacionalistas se desencadenaron a partir del fin de la guerra fría. Su etapa más candente se originó desde 1990 y en ello tuvo mucho que ver la disolución de la federación yugoslava y la política errática que aplicó la unión Soviética para controlar las rebeliones que surgieron desafiando el dominio de Moscú. Atizados por factores religiosos, durante la primera mitad del decenio de 1990 los nacionalismos croata, serbio y bosnio desataron una violenta guerra de limpieza étnica, que consistió en la eliminación sistemática de personas de otra filiación étnica en un espacio determinado. En este conflicto se involucraron organismos internacionales con el fin de pacificar la región, pero su actuación resultó contraria al efecto deseado. Los"cascosazules",fuerzasarmadasdepacificación enviadas por la ONU a zonas de conflicto, fueron insuficientes para detener la guerra y ésta terminó luego de cobrar miles de víctimas en episodios como los desarrollados en Kosovo, región enclavada en Serbia, pero con población albanesa. Fue severamente atacada por los nacionalistas serbios, quienes en 1999 cometieron un genocidio ante la indiferencia del mundo. Las principales ciudades kosovares, como Pristina, fueron escenario de crudas escenas de la guerra de exterminio en contra de los albaneses.
Los otros países balcánicos, como Bosnia, Croacia, Macedonia y Montenegro, no quedaron exentos de la violencia nacionalista y hasta hoy persiste la inestabilidad política, económica y social derivada de la actuación de los grupos nacionalistas de la región. Las fronteras de los Estados balcánicos son una muestra de la complicada trama social que ha caracterizado históricamente a esta región del sur de Europa.
Otro caso de nacionalismo étnico llevado a niveles de barbarie es el de Ruanda, república africana enclavada en la región de los lagos tectónicos del centro de ese continente. Ahí, la etnia hutu desató una persecución étnica y política contra la etnia tutsi. Ésta fue sometida a un acoso militar que produjo cerca de un millón de muertos y varios millones de refugiados, en especial durante 1994, pese a la intervención de la ONU que resultó tardía e insuficiente. El genocidio de Ruanda ha sido uno de los más sangrientos en la historia y, al mismo tiempo, ha pasado casi desapercibido para la humanidad entera, a pesar de que provocó un significativo descenso en la población de ese país.
Pero el nacionalismo étnico se extiende por todo el mundo con su cauda de violencia. Afganistán, República Democrática del Congo, Timor oriental, Zimbabwe, Argelia y Sudán son otros ejemplos de violencia ejercida desde la ideología nacionalista. Personajes como Slobodan Milosevic y Désire Munyaneza, que actuaron en Kosovo y Ruanda, respectivamente, son los genocidas más recientes que registra la historia mundial.
Ningún nacionalismo étnico es nuevo; los conflictos actuales se gestaron hace varios siglos y si no son resueltos de manera satisfactoria, se tendrán secuelas en un futuro, como la manifestación de movimientos separatistas. Las posturas nacionalistas se han radicalizado en Cataluña, el país vasco, en Kurdistán (una nación sin Estado), Palestina, Quebec, Abkhazia, el Tíbet, donde se rechazan patrones culturales y formas de vida impuestos por una cultura mayoritaria. La inconformidad de tamiles, ibos, chechenos, sijs, mizquitos y otros, podrían convertir a varias regiones del mundo en nuevos escenarios de balcanización, o sea, en guerras de limpieza étnica.