En las siguientes líneas se exponen algunos de los argumentos centrales que explican por qué cualquier ciudadano del mundo, responsable con su entorno inmediato y con el planeta en general, debe contar con una plataforma de conocimientos geográficos mínimos para comprender, en forma adecuada, procesos que actualmente se divulgan en los medios de comunicación y que captan el interés de millones de personas como, por ejemplo, las guerras que –por distintos motivos– se llevan a cabo en diferentes lugares de Asia o los efectos de lo que se ha dado en llamar el calentamiento global, y que tienen consecuencias tanto inmediatas como a largo plazo sobre la vida de todos los seres humanos.
La geografía es la conciencia territorial de la sociedad y, como ciencia, genera conocimientos útiles a todas las personas. La concepción de la geografía ha variado en el tiempo y sus definiciones contemporáneas, de aceptación generalizada, son muy distintas a las que prevalecían hace medio siglo porque ahora esta ciencia está más asociada con el análisis de la relación naturaleza-sociedad en el marco del espacio geográfico y la consecuente generación de estructuras territoriales.
La geografía ha contado, por lo menos en los últimos cuatro mil años, con un valioso recurso para comunicar sus hallazgos, divulgar situaciones de interés general y facilitar acciones (de buena o mala factura) sobre un lugar determinado: los mapas. La confección de éstos, a su vez, se ha visto favorecida con la aparición relativamente reciente de los sistemas computarizados de información geográfica que, cada vez más, producen mapas en mayor número, con grados de complejidad no vistos antes, en menos tiempo.
Por lo expresado anteriormente, se puede afirmar que la geografía, como ciencia generadora de conocimientos útiles a la sociedad humana, es básica para lo que ahora se promueve como algo deseable en todos los contextos: el desarrollo sostenible. Sin embargo, la geografía no se ha desarrollado en forma homogénea en todos los lugares del orbe; la mayoría de los países ricos concentran en sus manos el conocimiento geográfico más detallado y más reciente acerca del planeta, generan una mayor cantidad de mapas y cuentan con estrategias más eficientes para la aplicación de la geografía en la solución de problemas tanto ambientales como sociales y económicos.
En contraste, en los países menos desarrollados, como México, la geografía enfrenta diversos problemas que van desde su desaparición como materia de enseñanza obligatoria en los niveles básicos hasta la concentración, en unas cuantas manos, del conocimiento geográfico para ser aplicado en situaciones concretas, como el ataque al narcotráfico, el enfrentamiento a grupos rebeldes o el emplazamiento del comercio informal dentro de la trama urbana de grandes ciudades.
En consecuencia, pareciera que el desarrollo sostenible sólo será posible en aquellas partes del mundo donde el conocimiento geográfico es promovido, desarrollado, consolidado y apreciado para la solución de problemas comunes a miles de personas: en los países avanzados económicamente, donde no se discute la importancia y significado de la ciencia geográfica porque a ésta se le ha aquilatado, en forma positiva, desde hace siglos.