El criterio de relevancia implica juzgar la atinencia del contenido expuesto en las premisas. Éste es un criterio que depende del contexto, pues la atinencia o relevancia tiene que ver no sólo con el tema del que se hable sino también con las circunstancias del caso. Las premisas de un argumento son relevantes cuando ofrecen información que es de importancia para lo que se está discutiendo en la conclusión.
Saber reconocer cuándo es atinente, o viene al caso, la información de las premisas no es tan sencillo. Hay que valorar las circunstancias en las cuales se produce el argumento, pues no es lo mismo valorar la relevancia si estamos en un debate, si intentamos tomar una buena decisión o si queremos desarrollar un ensayo.
Hemos visto los criterios mínimos para evaluar argumentos. En el siguiente tema profundizaremos en los errores en la argumentación que están claramente tipificados y que reciben el nombre de falacias.
Es suficiente con detectar una falla en cualquiera de los criterios señalados para poner en duda el argumento que se esté considerando. Pero hay que tener un cuidado especial cuando se evalúan criterios relativos al contenido o al contexto, porque éstos son elementos variables, es decir, las fallas que se presenten en un argumento específico —por las cuales merece ser cuestionado— pueden no ser las mismas que se adviertan en otro. Incluso, lo que en un contexto puede ser visto como una falla argumentativa, puede no serlo cuando se ubica en un contexto diferente.
Más allá de estas observaciones, la estrategia de evaluación que se puede seguir es analizar si el argumento falla en cualquiera de los criterios que hemos visto aquí. Cuando tenemos un argumento que sí satisface cada uno de los criterios señalados, estaremos legitimados para decir que estamos ante un buen argumento; incluso podemos afirmar que se trata de un argumento sólido.