En una narración, el narrador es el encargado de contar lo que sucede. Aunque existen muchos tipos de narradores, aquí sólo se revisan los cuatro básicos:
En este tipo de textos no sólo existe el narrador, sino además un ángulo desde donde se mira lo que ocurre, ya sea desde una perspectiva propia, de uno o varios personajes, o neutra; este ángulo se llama foco. La focalización "es un filtro, una especie de tamiz de conciencia por el que se hace pasar la información narrativa transmitida por medio del discurso narrativo".
Existen tres tipos de focalización:
EL PROCEDIMIENTO
La orden del mayor Ordóñez no fue cumplida sino hasta después del mediodía.
El retardo se debió a que el propio mayor insistió en formular preguntas y más preguntas, aunque inútilmente.
Durante dos horas los mismos prisioneros habían cavado su fosa, según las instrucciones del mayor: "Ya sabe usted el procedimiento".
Y ese fue "el procedimiento".
Poco antes de dar la señal de fuego, el oficial dijo: "Pues ahora es cuando la van a aprovechar…"
Simón, en quien un desesperado instinto de vida pudo más, echó a correr, nadie pudo saber cómo, con tres heridas en la espalda; pero un soldado le dio alcance y lo remató a machetazos.
Perseguidor y perseguido estuvieron dando vueltas alrededor de un maguey, durante un minuto de intensa expectación entre los que presenciaron aquella lucha desigual.
El soldado, enfurecido, tiraba tajos a diestra y siniestra gritando como un desaforado.
Gruesas, carnosas pencas de maguey caían sobre la yerba.
El pelotón se abstuvo de intervenir en modo alguno, con tal de proporcionarse un espectáculo divertido.
Simón se estiraba, se encogía, y daba saltos inverosímiles; pero de pronto se detuvo. Un machetazo había dado en el blanco. Con un hombro casi desprendido, y regando la tierra con su sangre, cayó de rodillas.
–¡Hermano… hermanito…! ¡No me vayas a matar!
Un segundo golpe le cortó el brazo derecho, y el tercero lo alcanzó en la cabeza. Se oyó un ruido hueco, extraño, como cuando se parte una calabaza, y el cuerpo rodó pesadamente.
Un mensajero de Pablo González llegó en el mismo instante, con órdenes de que se movilizaran las fuerzas. Había que dar una sorpresa a Eufemio en las cercanías de Cuernavaca.
La sombra iba ascendiendo lentamente.
Atardecía.
Bajo la roja tragedia del ocaso, era igualmente doloroso el cuadro del hombre mutilado, y el maguey, con sus pencas vigorosas y verdes, destrozadas…