Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
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4.4 DESNUTRICIÓN INFANTIL

Esta enfermedad es provocada por el aporte insuficiente de nutrimentos esenciales (proteínas, carbohidratos y grasas) y afecta principalmente a los niños pequeños que viven en pobreza extrema. Según la UNICEF, la desnutrición es la principal causa de muerte en lactantes y niños pequeños en países en desarrollo. Más de la mitad de los niños del medio rural mexicano están desnutridos. Se estima que la desnutrición en comunidades no indígenas oscila entre 35 y 50% de los niños que aún no cumplen cinco años; en las zonas indígenas afecta del 70 al 80% de la población infantil. Los principales estados donde existe desnutrición en México son: Chiapas, Oaxaca, Yucatán, Veracruz y Estado de México. De acuerdo al XII Censo de Población y Vivienda 2000, INEGI, en México existen 10 millones de niños menores de 5 años, de los cuales 4 millones padecen algún grado de desnutrición.

La desnutrición origina varios trastornos en la salud. En primer lugar, aumenta la susceptibilidad a diversas infecciones, ya que el déficit de nutrimentos altera las barreras de inmunidad que protegen contra los gérmenes. Entre los microorganismos que pueden invadir fácilmente a un niño desnutrido están el virus del sarampión, el herpes, la hepatitis, el bacilo de la tuberculosis y los hongos. Además, se asocia con problemas serios en el desarrollo intelectual; un niño desnutrido experimenta fatiga rápida y no es capaz de participar activamente en las experiencias de aprendizaje en la escuela.

Por su origen, la desnutrición se clasifica en primaria y secundaria. La primera se presenta cuando los nutrimentos no son aportados en cantidades proporcionadas debido a factores económicos, culturales o educativos. Si los aportes nutrimentales son adecuados pero, debido otras enfermedades, su absorción o utilización no lo es, se trata de una desnutrición secundaria.

Por su duración, la desnutrición puede ser aguda, crónica o grave. La desnutrición aguda se presenta por restricción de alimento y se manifiesta por pérdida de peso; la atención oportuna permite la recuperación completa del niño, con un crecimiento normal. La desnutrición crónica surge a partir de la restricción del alimento a largo plazo y se evidencia por peso bajo y falta de crecimiento (talla baja). En estos casos, la recuperación es difícil y casi siempre deja secuelas.

La desnutrición grave es consecuencia de una desnutrición crónica muy prolongada. Puede manifestarse de cuatro formas diferentes:

1] Kwashiorkor. Los niños presentan edema, abdomen distendido, hinchazón en manos, pies y cara, así como lesiones en la piel. El edema esconde la importante emaciación de los tejidos subyacentes. Habitualmente se presenta entre los 2 y 4 años de edad. El niño se muestra triste y apático.

2] Marasmática. Se presenta delgadez extrema (piel pegada al hueso), cara de "viejito", llanto exagerado, debilitamiento muscular evidente y pérdida de grasa corporal. Suele manifiestarse en menores de 18 meses de edad. No hay edema.

3] Kwashiorkor marasmática mixta. Se trata de una combinación de las desnutriciones anteriores.

4] Sugar baby. Los niños lucen sanos y "gorditos", pero cuando son sometidos a análisis se revela la insuficiencia de nutrimentos.

En los cuatro tipos de desnutrición los niños presentan palidez, caída de cabello y detención del crecimiento. Los pacientes pierden grasa y nutrimentos, pero en ocasiones acumulan agua, de modo que su peso aparentemente se encuentra dentro de los parámetros normales.

Por último, dependiendo de la gravedad, la desnutrición se clasifica en leve, moderada y severa (véase el cuadro 4.6).

A continuación se enlistan los signos físicos que acompañan a la desnutrición:

Grados de desnutrición

 

Desde el punto de vista farmacológico, la desnutrición es compleja porque altera la respuesta a los medicamentos. En condiciones normales, una vez ingerido el fármaco, el intestino lo absorbe y llega a la sangre, donde se une a las proteínas plasmáticas, vehículo que lo transporta hasta donde debe actuar; posteriormente se metaboliza y se elimina. Para que todo ello suceda es indispensable que el hígado y el riñón funcionen adecuadamente, pero en el niño desnutrido no sucede así, lo cual provoca una intoxicación por el medicamento. Por lo tanto, es de vital importancia administrar dosis personalizadas de fármacos, basadas en los estudios clínicos de cada niño. De este modo, el medicamento puede cumplir sus propósitos terapéuticos sin causar ningún daño al paciente, aunque la recuperación sea lenta.

Para solucionar el problema de la desnutrición de un menor se prescribe un tratamiento nutricional, con base en una dieta equilibrada de carbohidratos, proteínas y grasas. Al incrementar el porcentaje de proteínas, resulta notoria la recuperación durante el primer mes. En caso de desnutrición severa, el aumento de la talla será más lento o quizá no se alcance. Si no hay un incremento en los primeros tres meses de tratamiento, el niño no podrá considerarse recuperado. Esto se logra cuando el niño alcanza una adecuada relación peso/talla, con seguimiento de un año y medio en tratamiento. Por este motivo, para lograr superar la desnutrición es necesaria la vigilancia de cada paciente por parte de las instituciones de salud. 


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