Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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3.14.2 Características fundamentales del recién nacido

La anatomía de superficie de un neonato difiere de la de un adulto, pues el primero se encuentra en la etapa de transición entre un feto y un niño. Las diferencias más notables respecto de un adulto se encuentran tanto en las proporciones de la cabeza, tronco y extremidades, así como en la piel, cabeza, ojos y genitales. A pesar de que ya tiene posibilidades fisiológicas para la vida extrauterina, aún depende del cuidado de los padres para su supervivencia.

Es importante saber que los huesos del recién nacido todavía no se han desarrollado; algunos todavía están constituidos por cartílago o por membranas. Su osificación se realiza de manera gradual, convirtiéndose poco a poco en huesos. La presencia de cartílago o membranas permite el crecimiento del cerebro dentro de la cavidad craneana durante los primeros dos años de vida.

El aspecto de la cabeza del recién nacido está alterado por las compresiones que sufrió durante el parto. En ocasiones, tiene una forma puntiaguda, como un cono; también es frecuente encontrar una inflamación del cuero cabelludo. Estas alteraciones vuelven a la normalidad al final de los primeros días y de la tercera semana de vida, respectivamente. Los bebés que nacen por cesárea no presentan cambios en la forma de la cabeza. El cerebro del recién nacido pesa de 350 a 400 g y constituye 10% de su peso completo, por lo cual su cabeza se percibe muy prominente.

El tórax sobresale y posee un diámetro circular. El abdomen es cilíndrico y presenta un abultamiento debido al gran tamaño del hígado, que puede palparse entre 2 y 3 cm por debajo del reborde de las costillas.

La piel está cubierta por una grasa de color blanco que le confiere una protección dentro del útero; es frecuente que presente manchas rojizas que pueden deberse a conjuntos de vasos sanguíneos superficiales, o bien manchas oscuras, que son normales.

Algunos neonatos presentan ictericia, es decir, coloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos. En ocasiones sólo basta con exponerlos a baños de sol a través de la ventana para que su color se normalice. Si persiste la ictericia, es necesaria una revisión más cuidadosa por parte del pediatra.

Es común que los genitales del recién nacido aparenten un tamaño desproporcionado, lo cual se debe al influjo hormonal al que estuvieron sometidos dentro de la madre. 


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