Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
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3.12.2 Factores ambientales

Debido a que la diferenciación bioquímica sucede antes de que se establezca la morfológica, las estructuras son sensibles a la acción de teratógenos antes de la fase del desarrollo visible. Un teratógeno es cualquier sustancia que durante el desarrollo embrionario o fetal origina una alteración permanente en la estructura o en la función del producto; puede producir muerte celular, alteraciones del crecimiento y proliferación de tejidos o anormalidades en la diferenciación celular. Entre los teratógenos identificados se encuentran: sustancias químicas, agentes infecciosos (virus), elementos ambientales, factores físicos, fármacos y drogas.

Para que un agente externo se considere un teratógeno, deben tomarse en cuenta cuatro principios importantes:

1] Periodos críticos. La gestación se divide en tres periodos y con base en ellos se clasifican los síndromes consecuentes a la acción de teratógenos; la exposición durante las primeras ocho semanas origina una embriopatía y después de este periodo se produce una fetopatía:

a] Durante las dos semanas que transcurren desde la fecundación hasta la implantación, el cigoto se segmenta: forma la masa celular interna que dará lugar al embrión y la masa celular externa, que originará los tejidos extraembrionarios. En este periodo previo a la implantación, si un elemento teratógeno lesiona un gran número de células, generalmente causa la muerte del embrión; pero si el daño es ocasionado a un pequeño grupo celular, es posible que las células "sanas" compensen la lesión y que el desarrollo continúe de manera normal.

b] El periodo embrionario abarca de la segunda a la octava semana después de la concepción. Como se mencionó anteriormente, en él ocurre la organogénesis y, por lo tanto, es de suma importancia en lo referente a las malformaciones estructurales.

c] Los periodos de maduración y desarrollo funcional abarcan desde las nueve semanas hasta el término del embarazo. En estos periodos fetales algunos órganos, como el encéfalo, aún muestran vulnerabilidad a los teratógenos.

2] Genotipo del embrión. Existen datos que demuestran la existencia de diferencias genéticas en la respuesta a un teratógeno. Por ejemplo, de 5 a 10% de los embriones expuestos a un medicamento anticonvulsivo llamado difenilhidantoína, desarrollan diversas anormalidades que en conjunto se denominan síndrome de la hidantoína fetal; sin embargo, aproximadamente una tercera parte de los embriones expuestos sólo presentan algunas de las anomalías, mientras que más de la mitad no resultan afectados. Por tal razón, parece que el genotipo del embrión determina si un agente teratogénico afectará o no su desarrollo.

3] Dosis de fármacos o compuestos químicos. Se sabe que muchas sustancias resultan teratógenas en los animales de experimentación. Sin embargo, sólo en un número relativamente pequeño se ha demostrado de manera convincente su relación con malformaciones en el ser humano. La investigación en animales ha comprobado que existe una relación dosis-respuesta asociada con los teratógenos. La mujer embarazada debe tomar únicamente los medicamentos recetados por su médico.

4] Transferencia placentaria. La mujer embarazada debe exponerse a cantidades suficientes del elemento teratógeno para que éste atraviese la placenta e influya de manera directa en el desarrollo fetal. De manera indirecta, sólo altera el metabolismo de la madre o de la placenta. La transferencia placentaria depende del metabolismo de la mujer embarazada y de las características específicas del fármaco. 

Los fármacos como teratógenos

La teratogenicidad de los fármacos varía considerablemente. Algunos teratógenos causan una alteración grave en el desarrollo fetal cuando se administran durante el periodo organogenético. Otros, como el alcohol, producen retraso mental y del crecimiento, entre otras anomalías, cuando se utilizan excesivamente durante el desarrollo.

En lo concerniente a la administración de vacunas, algunas, como las aplicadas contra el tétanos y la difteria, son necesarias; otras, como la de la influenza estacional, son recomendables, pero no indispensables. Una tercera categoría de vacunas se aplica únicamente en casos especiales, donde el riesgo de padecer la enfermedad es muy alto, como la hepatitis A y B, la rabia y el neumococo. Por último, existe un grupo de vacunas que por ningún motivo deben administrarse, pues existe evidencia de que perjudican seriamente la salud del bebé, como la triple viral y la de la varicela. 

Consecuencias del consumo de sustancias adictivas durante el embarazo

Uno de los problemas sociales más graves en la actualidad es el elevado consumo de drogas, hábito que durante el embarazo produce efectos farmacológicos en el feto que desembocan en distintos problemas físicos y conductuales en el niño. Uno de los riesgos más peligrosos de dicha exposición es el síndrome neonatal de abstinencia (NAS, por sus siglas en inglés). Los recién nacidos que presentan este síndrome nacen con la adicción de la madre y presentan muchos síntomas que caracterizan la abstinencia, como sensibilidad al ruido, irritabilidad, coordinación pobre, temblores y problemas de alimentación.

Alcohol | El alcoholismo afecta a 2% de las mujeres en edad reproductiva. Los niveles moderado y alto en la ingesta de alcohol durante las fases iniciales del embarazo pueden producir alteraciones de crecimiento y morfogénesis del feto. Los hijos de madres alcohólicas muestran un patrón específico de anomalías que en conjunto se conocen como síndrome alcohólico fetal (SAF). El consumo materno de alcohol produce daño cerebral en el feto que cual puede derivar en problemas irreversibles en áreas como el aprendizaje, la memoria, la atención y la capacidad para resolver problemas (véase la figura 3.16).

Síndrome alcohólico fetal
Figura 3.16. El síndrome alcohólico fetal es consecuencia del consumo de bebidas etílicas durante el embarazo y se caracteriza por retraso mental, epicanto (pliegue de piel que cubre el ángulo interior del ojo), blefarofimosis (estrechez de la abertura ocular), labio superior fino y micrognatia (mandíbula pequeña), entre otros signos clínicos
© Susana Kofman Alfaro.
 


Tabaco | El tabaquismo materno durante el embarazo es una causa conocida de retraso en el crecimiento intrauterino. A pesar de los avisos acerca de los efectos dañinos del tabaco en el feto, más de 25% de las mujeres embarazadas continúan fumando durante la gestación. En aquellas que fuman 20 o más cigarros al día, la frecuencia de partos prematuros es del doble de lo normal, y si su embarazo llega a término, sus hijos pesan menos de lo esperado. La nicotina reduce la luz de los vasos sanguíneos uterinos, lo que produce una disminución del flujo sanguíneo placentario que, a su vez, disminuye el suministro fetal de oxígeno y nutrientes, deficiencia que altera el crecimiento y desarrollo del feto. Además, el tabaquismo materno puede provocar anomalías fetales en el aparato urinario, problemas conductuales, cardiopatías congénitas, labio-paladar hendido, deficiencias de las extremidades y reducción del crecimiento físico.

Marihuana | Cerca de 15% de las mujeres embarazadas consume marihuana. El ingrediente activo, delta-9-tetrahidrocannabinol, en dosis elevadas es teratógeno en animales; en humanos se han reportado casos de microcefalia y retraso en el crecimiento intrauterino.

Cocaína | Representa una de las drogas ilegales de mayor consumo. Existen numerosas descripciones de los efectos de la cocaína en el feto y las consecuencias de su ingesta, entre las que cabe señalar: aborto espontáneo, partos prematuros, microcefalia, infarto cerebral, anomalías urogenitales y alteraciones neuroconductuales.

Dietilamida del ácido lisérgico (LSD) | Algunos reportes señalan que los hijos de mujeres que consumen LSD nacen con anomalías de las extremidades, así como anomalías del sistema nervioso central. 

Agentes infecciosos

Los agentes infecciosos que causan anomalías congénitas son principalmente virus de diversos tipos. Aunque la placenta es prácticamente impermeable a los microorganismos, algunos virus y bacterias pueden atravesarla e infectar al feto. Debido a que el feto no tiene sistema inmune funcional y para su protección depende exclusivamente de los anticuerpos maternos, a menudo carece de preparación para enfrentar las infecciones. Por lo tanto, una enfermedad que padezca la madre, así sea leve, puede dañar o matar al feto.

Las principales enfermedades que pueden contagiarse de la madre al feto y sus consecuencias en él son:

Agentes físicos

La radiación ionizante es un potente teratógeno que mata rápidamente las células en proliferación. Por esta razón, produce cualquier tipo de anomalía congénita de acuerdo a la dosis y el estadio de desarrollo del producto en el momento de la exposición. Además, la radiación es un agente mutágeno, por lo que puede llevar a alteraciones genéticas con las consiguientes malformaciones.

Los rayos X pueden afectar al embrión durante su desarrollo, causando problemas visuales, leucemia y retraso mental, entre otros. Los daños dependen de la etapa del embarazo en que ocurrió la exposición y la cantidad de radiación. En determinado momento es posible tomarle radiografías a la embarazada, pero sólo su médico determinará las condiciones en que pueden llevarse a cabo de manera segura. 


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