Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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3.12 RIESGOS DURANTE EL EMBARAZO

Las malformaciones o anomalías congénitas son trastornos del desarrollo presentes en el nacimiento. Sus causas se dividen por la influencia de:

1] Factores genéticos; v. gr.: anomalías cromosómicas.

2] Factores ambientales; v. gr.: infecciones, fármacos.

3.12.1 Factores genéticos

A pesar de que el embrión humano está bien protegido en el útero, los agentes ambientales pueden causar alteraciones en su desarrollo tras la exposición materna. Dichos agentes constituyen la principal causa de mortalidad en el recién nacido. Sin embargo, muchas anomalías congénitas se producen por la acción conjunta de factores genéticos y ambientales, lo que se denomina herencia multifactorial. Muchas características, como la estatura y la inteligencia, se deben a este tipo de herencia; también enfermedades comunes como la diabetes, la hipertensión arterial y el cáncer.

Se desconoce la causa de 50 a 60% de las anomalías congénitas; de 20 a 25% son de origen multifactorial, y otro tanto se presenta por anomalías cromosómicas, es decir, por mutaciones genéticas.

Las enfermedades por herencia cromosómica son aquellas en las que hay una alteración visible de los cromosomas, observable en el microscopio electrónico. Existen dos tipos fundamentales de alteraciones en los cromosomas: las numéricas y las estructurales. Ambas se muestran en un cariotipo, es decir, en la representación gráfica de los cromosomas de una persona. Las anomalías cromosómicas con frecuencia son letales y llevan a abortos espontáneos, cuya frecuencia es elevada; tal vez se pierdan más de 50% de los cigotos por esta causa.

La alteración en el número de cromosomas se denomina aneuploidía, la cual se clasifica en hiperdiploidía (cromosomas de más) e hipodiploidía (cromosomas de menos); puede ocurrir tanto en los autosomas como en los cromosomas sexuales. El número normal de cromosomas en el ser humano es 46, de los cuales 22 son pares de autosomas y se numeran del 1 al 22, y el otro es el par sexual, que en la mujer son dos cromosomas X y en el varón un cromosoma X y otro más pequeño, Y. En todos los casos, un miembro de cada par proviene de la madre y otro del padre.

Entre las anomalías de número que permiten la viabilidad del embrión, la más común es la trisomía del cromosoma 21, es decir, en lugar de dos cromosomas 21 se presentan tres. Esto produce la enfermedad conocida como síndrome de Down que, además de diversas malformaciones congénitas, produce retraso mental profundo en la mayoría de los casos (véase la figura 3.13). El síndrome de Down se presenta en uno de cada 700 recién nacidos. Su presencia tiene que ver con la edad de la madre; en mujeres jóvenes la incidencia es menor, 1 de cada 2 000 nacimientos, mientras que en mujeres de 45 años es aproximadamente de 5%. Se puede diagnosticar durante el embarazo temprano mediante estudios de la sangre materna, y confirmar su presencia por medio de un análisis cromosómico del líquido amniótico.

Niña con síndrome de Down
Figura 3.13. El síndrome de Down es la alteración del número de cromosomas más común que permite el desarrollo del embrión hasta su nacimiento. El defecto genético se encuentra en un cromosoma adicional en el par 21 (a), por lo que los individuos afectados presentan 47 cromosomas en total. Clínicamente se caracteriza por un fenotipo clásico, algún grado de retraso mental, implantación baja de orejas, epicanto (pliegue de piel que cubre el ángulo interior del ojo), pliegue palmar único, malformaciones cardiacas, entre otros (b)
© a] Photo Researchers - Archivo Digital; b] Fotosearch - Archivo Digital.

 En cuanto a las anormalidades en el número de cromosomas sexuales, las dos más conocidas son el síndrome de Turner y el síndrome de Klinefelter.

El síndrome de Turner se presenta únicamente en mujeres, con una frecuencia aproximada de 1 en cada 2 500 recién nacidas vivas; su cariotipo más frecuente es el 45, X0, lo cual indica que tienen un cromosoma sexual menos de lo normal. Se trata de una alteración muy frecuente que generalmente conduce a abortos espontáneos. Al nacer, las mujeres con síndrome de Turner presentan varias alteraciones que permiten su diagnóstico, pero la característica más sobresaliente es que nunca menstrúan por carecer de útero y ovarios (véase la figura 3.14).

El síndrome de Klinefelter ocurre únicamente en varones, con una frecuencia aproximada de 1 en cada 1 000 recién nacidos de sexo masculino. No es fácil realizar el diagnóstico al momento del nacimiento, ya que su principal manifestación es la esterilidad debida a la falla en la producción de espermatozoides. El cariotipo más frecuente es el 47, XXY, o sea, con un cromosoma X extra, pero puede presentarse más de un cromosoma X adicional, v. gr. 48 XXXY (véase la figura 3.15).

Niña con síndrome de Turner
Figura 3.14. El síndrome de Turner es una alteración en la que falta un cromosoma sexual, por lo que las mujeres afectadas presentan 45 cromosomas en total. El fenotipo de quienes padecen esta enfermedad siempre es femenino, y presentan retraso del crecimiento y estatura baja, falta de menstruación, cuello alado (a), implantación baja del cabello (b), pezones muy separados entre sí y deformidad en los codos que produce una angulación externa de los brazos (c), entre otros signos clínicos
© Susana Kofman Alfaro.

 

Síndrome de Klinefelter
Figura 3.15. El síndrome de Klinefelter es una alteración en la que sobran uno o más cromosomas sexuales, por lo que los hombres afectados presentan 47 o más cromosomas en total. Se caracteriza por un pobre crecimiento de barba y bigotes, desarrollo mamario (ginecomastia), vello púbico con distribución femenina, genitales externos masculinos pero con testículos pequeños (atrofia testicular), estatura alta, entre otros signos clínicos
© Susana Kofman Alfaro.

 

Por otro lado, las anomalías en la estructura de los cromosomas van precedidas de uno o varios rompimientos en los mismos que provocan pérdidas de material genético o reacomodos diversos. Son comunes en algunas enfermedades de aparición tardía (v. gr.: el cáncer), detectables sólo en tejidos enfermos, lo cual, en algunos casos, puede influir de manera importante en el origen o evolución de la enfermedad, como sucede en algunas leucemias. Asimismo, pueden presentarse en patologías congénitas, pero esta expresión es mucho menos frecuente.


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