Las malformaciones o anomalías congénitas son trastornos del desarrollo presentes en el nacimiento. Sus causas se dividen por la influencia de:
1] Factores genéticos; v. gr.: anomalías cromosómicas.
2] Factores ambientales; v. gr.: infecciones, fármacos.
A pesar de que el embrión humano está bien protegido en el útero, los agentes ambientales pueden causar alteraciones en su desarrollo tras la exposición materna. Dichos agentes constituyen la principal causa de mortalidad en el recién nacido. Sin embargo, muchas anomalías congénitas se producen por la acción conjunta de factores genéticos y ambientales, lo que se denomina herencia multifactorial. Muchas características, como la estatura y la inteligencia, se deben a este tipo de herencia; también enfermedades comunes como la diabetes, la hipertensión arterial y el cáncer.
Se desconoce la causa de 50 a 60% de las anomalías congénitas; de 20 a 25% son de origen multifactorial, y otro tanto se presenta por anomalías cromosómicas, es decir, por mutaciones genéticas.
Las enfermedades por herencia cromosómica son aquellas en las que hay una alteración visible de los cromosomas, observable en el microscopio electrónico. Existen dos tipos fundamentales de alteraciones en los cromosomas: las numéricas y las estructurales. Ambas se muestran en un cariotipo, es decir, en la representación gráfica de los cromosomas de una persona. Las anomalías cromosómicas con frecuencia son letales y llevan a abortos espontáneos, cuya frecuencia es elevada; tal vez se pierdan más de 50% de los cigotos por esta causa.
La alteración en el número de cromosomas se denomina aneuploidía, la cual se clasifica en hiperdiploidía (cromosomas de más) e hipodiploidía (cromosomas de menos); puede ocurrir tanto en los autosomas como en los cromosomas sexuales. El número normal de cromosomas en el ser humano es 46, de los cuales 22 son pares de autosomas y se numeran del 1 al 22, y el otro es el par sexual, que en la mujer son dos cromosomas X y en el varón un cromosoma X y otro más pequeño, Y. En todos los casos, un miembro de cada par proviene de la madre y otro del padre.
Entre las anomalías de número que permiten la viabilidad del embrión, la más común es la trisomía del cromosoma 21, es decir, en lugar de dos cromosomas 21 se presentan tres. Esto produce la enfermedad conocida como síndrome de Down que, además de diversas malformaciones congénitas, produce retraso mental profundo en la mayoría de los casos (véase la figura 3.13). El síndrome de Down se presenta en uno de cada 700 recién nacidos. Su presencia tiene que ver con la edad de la madre; en mujeres jóvenes la incidencia es menor, 1 de cada 2 000 nacimientos, mientras que en mujeres de 45 años es aproximadamente de 5%. Se puede diagnosticar durante el embarazo temprano mediante estudios de la sangre materna, y confirmar su presencia por medio de un análisis cromosómico del líquido amniótico.
En cuanto a las anormalidades en el número de cromosomas sexuales, las dos más conocidas son el síndrome de Turner y el síndrome de Klinefelter.
El síndrome de Turner se presenta únicamente en mujeres, con una frecuencia aproximada de 1 en cada 2 500 recién nacidas vivas; su cariotipo más frecuente es el 45, X0, lo cual indica que tienen un cromosoma sexual menos de lo normal. Se trata de una alteración muy frecuente que generalmente conduce a abortos espontáneos. Al nacer, las mujeres con síndrome de Turner presentan varias alteraciones que permiten su diagnóstico, pero la característica más sobresaliente es que nunca menstrúan por carecer de útero y ovarios (véase la figura 3.14).
El síndrome de Klinefelter ocurre únicamente en varones, con una frecuencia aproximada de 1 en cada 1 000 recién nacidos de sexo masculino. No es fácil realizar el diagnóstico al momento del nacimiento, ya que su principal manifestación es la esterilidad debida a la falla en la producción de espermatozoides. El cariotipo más frecuente es el 47, XXY, o sea, con un cromosoma X extra, pero puede presentarse más de un cromosoma X adicional, v. gr. 48 XXXY (véase la figura 3.15).
Por otro lado, las anomalías en la estructura de los cromosomas van precedidas de uno o varios rompimientos en los mismos que provocan pérdidas de material genético o reacomodos diversos. Son comunes en algunas enfermedades de aparición tardía (v. gr.: el cáncer), detectables sólo en tejidos enfermos, lo cual, en algunos casos, puede influir de manera importante en el origen o evolución de la enfermedad, como sucede en algunas leucemias. Asimismo, pueden presentarse en patologías congénitas, pero esta expresión es mucho menos frecuente.