El feto no es un ente aislado, depende de factores internos (microambiente y matroambiente) así como externos (macroambiente) para su crecimiento y desarrollo. Responde y actúa como un todo, tanto en lo somático como en lo funcional.
Se denomina microambiente al conjunto de condiciones determinadas por el aparato reproductor de la mujer. La estructura y función del aparato reproductor femenino están diseñadas para la fecundación, el transporte del óvulo fecundado y la posterior anidación del mismo. Diversos aspectos de este aparato actúan bajo control hormonal y cumplen un ciclo.
El útero es un órgano muy importante, pues en él se realiza la segmentación del cigoto, la implantación, la formación de la placenta y el posterior desarrollo del feto. Las funciones principales del útero son: 1] recibir y mantener alojado al embrión durante el embarazo, y 2] expulsarlo al término de la gestación.
Todos los cambios en la conformación del aparato reproductor femenino durante el ciclo menstrual sirven para que se lleven a cabo, de manera normal y sin complicaciones, la fecundación del óvulo, el transporte y la anidación del embrión. Asimismo, ofrecen un ambiente propicio para que el embrión se forme y desarrolle en las mejores condiciones.
El matroambiente es el conjunto de condiciones físicas del organismo materno: edad, talla, estado de salud, nutrición, número de embarazos previos y antecedentes patológicos, entre otros. Las condiciones en que se encuentra el organismo de la mujer embarazada pueden ser convenientes o desfavorables para el crecimiento y desarrollo del feto.
El macroambiente está constituido por las características ambientales, físicas, culturales, sociales, económicas e incluso políticas en las que se encuentra inmersa la mujer embarazada. De ahí que sea de suma importancia tomar en cuenta la situación socioeconómica y hábitos alimentarios, higiénicos y actividades de la madre.