La vida no es estática, sino que se encuentra en un proceso constante de múltiples cambios denominado desarrollo vital. Los momentos evolutivos de un ser humano a lo largo de dicho proceso son: neonato, lactante, niño, adolescente, adulto joven, adulto maduro y anciano.
Todas las características del ser humano, normales o patológicas, son resultado de la interacción entre su estructura genética y el medio ambiente. La estructura genética se refiere al conjunto de genes heredados de los padres cuando, durante la fertilización, se forma la primera célula del individuo, denominada cigoto. Ésta se multiplica de manera logarítmica por el tipo de división celular conocido como mitosis, mecanismo mediante el cual se dividen las células somáticas de todos los mamíferos. En este proceso, la célula se divide en dos, produciendo un par de células idénticas a la inicial. Cada una de ellas participa en un nuevo ciclo celular, donde finalmente se repite la división, proceso que se lleva a cabo en aproximadamente 24 horas. La etapa que más rápido se completa es la mitosis propiamente dicha, es decir, la escisión de la célula (entre 20 y 60 minutos) (véase el cuadro 3.1).