Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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2.8.2 Sistema nervioso periférico

Comunica el SNC con todos los órganos del cuerpo, incluyendo músculos y glándulas. Organizado en pares de nervios craneales y espinales, el SNP se divide en:

1]Sistema nervioso autónomo: también llamado sistema nervioso vegetativo o visceral. Está formado por el conjunto de neuronas que regulan las funciones involuntarias o inconscientes del organismo. Junto con el sistema endocrino, mantiene la homeostasis en la actividad de los músculos no estriados, el corazón y las glándulas. Presenta dos subsistemas: el simpático y el parasimpático. Ambos trabajan de manera antagónica; mientras que el primero acelera las funciones internas, el parasimpático disminuye la actividad de los órganos (véase la figura 2.34).

2]Sistema nervioso somático-esquelético: también llamado sistema nervioso de la vida de relación; se encarga de enviar información sensorial hacia el cerebro. Está formado por el conjunto de neuronas que regulan las funciones voluntarias o conscientes del organismo. Se compone de:

a] 31 pares de nervios espinales encargados de enviar hacia el SNC, a través de la médula espinal, información sensorial (tacto, dolor y temperatura) e información sobre la posición y el estado de la musculatura, las articulaciones del tronco y las extremidades. Además, desde el SNC estos pares de nervios reciben órdenes motoras para el control de la musculatura esquelética.

b] 12 pares de nervios craneales que envían información tanto sensitiva como motora del cuello y la cabeza.

Sistema nervioso autónomo
Figura 2.34. El sistema nervioso autónomo o vegetativo es involuntario y se encarga de regular las funciones vitales del cuerpo, tales como la respiración, el latido cardiaco, la digestión, etcétera. Está dividido en dos subsistemas: el simpático, cuyo neurotransmisor es la adrenalina y se encarga de reaccionar automáticamente ante situaciones de estrés, gastando energía; y el parasimpático, comunicado por acetilcolina y encargado de conservar la energía, mantener la homeostasis y regresar al cuerpo a un estado de equilibrio después del estrés
© Raúl Cruz.


Arco reflejo

El reflejo es una respuesta rápida a cambios en el medio interno o externo detectados por un receptor sensorial, cuyo estímulo ambiental se convierte en una señal eléctrica.

La captación del estímulo por el receptor sensorial genera un potencial de acción. Cuanto más fuerte es el estímulo, mayor es el potencial generador. Cuando éste alcanza un valor umbral, desencadena en la fibra nerviosa potenciales de acción que se transmiten hasta la médula espinal y que pueden o no pasar al cerebro.

La información sensorial está codificada por la frecuencia de los potenciales de acción. En la sinapsis, la información sensorial es transmitida mediante la liberación del neurotransmisor, acción que da lugar a nuevos potenciales de acción en la célula postsináptica. 

Para que el sistema nervioso lleve a cabo sus funciones es necesario que ejecute una serie de actos reflejos. Algunos son conscientes, v. gr.: comer u orinar; otros son inconscientes, como funciones reflejas en las que no interviene el pensamiento para llevarlas a cabo, v. gr.: la respiración o el latido cardiaco.

La respuesta refleja más simple es el arco reflejo monosináptico. Consiste en el paso de la información desde el receptor sensorial a una fibra nerviosa aferente; ésta hace sinapsis con una neurona motora cuyo axón inerva al músculo efector que se contrae. El ejemplo clásico de los arcos reflejos es patear. Si se golpea suavemente el tendón del músculo cuádriceps, localizado en la cara anterior de la rodilla, en respuesta se extiende la pierna. La transmisión de este estímulo corre por la fibra aferente del nervio espinal, llega a la médula espinal, hace sinapsis, se transmite a la neurona motora que llega al músculo cuádriceps y éste se contrae, levantando la pierna. La figura 2.35 brinda otro caso cotidiano de un arco reflejo.

Arco reflejo
Figura 2.35. Todo impulso aferente o sensitivo genera una respuesta motora o impulso eferente o motor. Las neuronas y fibras que participan en este fenómeno constituyen el arco reflejo. Éste puede ser simple —formado por dos neuronas— o complejo —con más de dos neuronas—. En la imagen se ejemplifica un arco reflejo simple cuyo impulso aferente es de dolor; y el eferente, de contracción muscular
© Rodrigo Aizpuru Parra e Irving Minero Arreola.

 

Los receptores sensoriales se clasifican, en función del estímulo que los activa, en receptores somáticos y cutáneos. Los receptores somáticos, a su vez, se clasifican en:

Los receptores cutáneos están situados en la dermis; permiten que a través de la piel los seres humanos se percaten del cambio en el medio que los rodea. Existen al menos siete tipos de receptores al tacto:

La propiocepción se refiere a las sensaciones y respuestas que informan de la posición que guarda el propio cuerpo, de tal manera que el sistema nervioso puede responder con cambios de posición y ajustes posturales. Son recogidas por receptores especializados denominados propioceptores. Éstos se sitúan en las articulaciones, los músculos y sitios de presión. Los receptores articulares y los husos musculares miden la posición y el movimiento articular, y son responsables de la contracción refleja.

El dolor es una sensación desagradable asociada a un sentimiento de aversión. La nocicepción es la recepción del dolor por los nociceptores, que son terminaciones nerviosas libres cuyos somas se encuentran en la raíz posterior de la médula espinal y en los núcleos del nervio trigémino. Los nociceptores detectan señales de daño celular, responden a estímulos mecánicos, químicos, de frío o de calor extremos. Otros pueden ser activados por alteraciones, como inflamación. Excepto el cerebro y el hígado, todos los tejidos del cuerpo tienen nociceptores.


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