Los sistemas reproductores femenino y masculino están formados por órganos especializados para perpetuar la especie mediante la reproducción sexual. Ésta es un proceso mediante el cual los organismos producen descendencia mediante células germinales o gametos, femenino y masculino. Los gametos son producidos en las gónadas o glándulas sexuales, que además liberan hormonas sexuales.
El sistema reproductor femenino se divide en órganos internos y externos. Los primeros son: ovarios, tubas uterinas, útero y vagina; los segundos: pudendo femenino, que a su vez está formado por el monte pubiano, los labios pudendos, el clítoris, el vestíbulo, el bulbo vestibular y el himen.
Los ovarios son las glándulas sexuales femeninas localizadas en la pelvis. Presentan una función mixta: la exocrina (liberación del óvulo) y la endocrina (liberación de progesterona, estrógenos, inhibina y relaxina).
Las tubas uterinas son dos conductos situados a los lados del útero. Miden aproximadamente 10 cm de largo y permiten el paso de los espermatozoides para que alcancen al óvulo con el fin de que ocurra la fecundación en el tercio externo de la tuba.
El útero es un órgano muscular en la pelvis, entre la vejiga y el recto. Tiene forma de pera. Sirve como conducto para que los espermatozoides migren hasta alcanzar las tubas uterinas. Es el órgano donde se implanta el cigoto y donde se desarrolla el feto durante el embarazo. Cada mes sin fecundación, el útero desprende su capa más interna, llamada endometrio, que se convierte en el flujo menstrual.
La vagina es un conducto músculo-fibroso y tubular. Se localiza entre el útero y el vestíbulo. Es el receptáculo del pene durante las relaciones sexuales y sirve de canal para la expulsión del flujo menstrual o del bebé en partos por vía vaginal (véase la figura 2.22).
El pudendo femenino corresponde a las estructuras genitales externas de la mujer. Está constituido por: