Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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2.2 SISTEMA RESPIRATORIO

El aire inhalado se dirige desde las fosas nasales hasta los pulmones, donde entra en contacto con la sangre y se efectúa el intercambio gaseoso. Las funciones del sistema respiratorio son:

a] Ventilación pulmonar.

b] Difusión de gases.


2.2.1 Ventilación pulmonar

Para llegar a los pulmones, el aire debe atravesar una serie de conductos separados en dos grupos (véase la figura 2.7): las vías respiratorias superiores (cavidad nasal, faringe y laringe) y las vías respiratorias inferiores (tráquea, bronquios, bronquiolos y alveolos pulmonares).

Sistema respiratorio
Figura 2.7. Para que el aire llegue a los pulmones debe atravesar una serie de conductos agrupados en vías aéreas superiores (cavidad nasal, faringe y laringe) y vías aéreas inferiores (tráquea, bronquios, bronquiolos y alveolos). Las funciones del sistema respiratorio son ventilación pulmonar y difusión de gases
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Vías respiratorias superiores

La nariz es un apéndice o saliente que se localiza en la región anterior y central de la cara. Sus funciones son humedecer, calentar y filtrar el aire respirado. La filtración se realiza gracias a los pelos del vestíbulo de las fosas nasales y el moco, que captura grandes partículas de polvo.

La forma de la cavidad nasal es piramidal y está dotada de un par de orificios anteriores e inferiores llamados narinas, las cuales se mantienen abiertas por los cartílagos alares. En la parte posterior, la cavidad nasal se abre a la nasofaringe por dos orificios denominados coanas. La nariz está dividida en dos cavidades o fosas por el tabique nasal, el cual está constituido por una porción cartilaginosa y dos porciones óseas. La nariz se estrecha hacia arriba, en donde se encuentra la mucosa olfatoria, que percibe los olores y los transmite por medio del nervio olfatorio hacia el cerebro.

Las conchas o cornetes de la nariz son tres pares de huesos esponjosos localizados en la pared lateral de la cavidad nasal. Debajo de ellas se forman tres cavidades estrechas (meatos nasales), que permiten que el aire se mueva de manera turbulenta, humedeciendo y calentando el aire que ingresa al tracto respiratorio. Los meatos nasales tienen comunicación con los senos paranasales. Éstos son cavidades aéreas situadas dentro de los huesos maxilar, etmoidal, frontal y esfenoidal; sirven como caja de resonancia para la emisión de la voz.

La faringe es un tubo músculo-membranoso situado en la parte trasera de la nariz, boca y laringe, y establece comunicación con estas tres estructuras; por ello, anatómicamente se divide en nasal o nasofaringe, oral u orofaringe y laríngea. La faringe también se comunica con la cavidad timpánica mediante la tuba auditiva.

En la parte superior de la faringe se encuentra un tejido linfoide productor de linfocitos llamado tonsila faríngea o adenoides. Reacciona a los antígenos inhalados para proporcionar defensa contra agentes externos durante la infancia, la pubertad y la adolescencia; después, disminuye su tamaño hasta reducirse a tejido graso en la edad adulta. Asimismo, existe tejido linfoide (tonsilas palatinas o anginas) que se sitúa entre los dos pilares del paladar y con frecuencia se inflama; no es necesario retirarlo a menos que se encuentre infectado o presente abscesos.

La faringe continúa en la laringe, órgano que tiene doble función: 1] al permitir el paso del aire hacia la tráquea, impide la entrada de alimento en la vía aérea, y 2] la fonación.

La laringe se compone de dos segmentos: la epiglotis y la glotis. La epiglotis es un cartílago en forma de hoja con el vértice superior libre, el cual, durante la deglución, cierra la entrada de la glotis y con ello impide el paso del alimento hacia la tráquea. Continúa en la glotis, la cual contiene cuatro repliegues en sus paredes laterales, llamados cuerdas vocales, dos superiores y dos inferiores; éstas mantienen entre sí un espacio que se abre y se cierra en función del movimiento de las cuerdas vocales, lo que regula la salida del aire y produce los sonidos de la voz.


Vías respiratorias inferiores

La tráquea es la primera porción de las vías respiratorias inferiores. Está constituida por anillos cartilaginosos incompletos que se unen entre sí por tejido conectivo, que le proporcionan cierta elasticidad y, al mismo tiempo, impiden que la vía se colapse. A partir de la tráquea, la vía aérea se bifurca en bronquios y éstos, a su vez, se dividen varias veces en bronquiolos de menor calibre. A continuación de los bronquiolos se encuentran los alveolos pulmonares, pequeños sacos formados por una capa de células rodeada por capilares de la circulación pulmonar. El conjunto de millones de alveolos integran los pulmones.

Pulmones
Figura 2.8. La entrada de aire a los pulmones (inspiración o inhalación) es un proceso activo que se logra mediante la contracción del diafragma, la cual expande los pulmones y aumenta el volumen torácico elevando y llevando hacia delante las costillas. Por el contrario, la salida de aire (espiración o exhalación) es un proceso pasivo que se da con la relajación del diafragma, que regresa la capacidad pulmonar y torácica a su estado de reposo
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Los pulmones tienen forma de cono, con un vértice superior y una base inferior. Sus lados son redondeados y aplicados contra las costillas; su parte media está en contacto con algunas vísceras, como el corazón, situado en la línea media. Se encuentran envueltos por la pleura, una hoja doble con una membrana pegada al pulmón, llamada pleura visceral, y otra pegada a la pared, denominada pleura parietal. Entre ellas existe un espacio virtual que contiene una pequeña cantidad de líquido.

Durante la inspiración, los pulmones se expanden, es decir, aumentan su volumen y disminuyen su presión, creando una diferencia de presión entre la atmósfera y el alveolo que favorece la entrada de aire a los pulmones. La salida de aire durante la espiración se debe a la retracción del pulmón, que disminuye el volumen y aumenta la presión, lo que mueve el aire hacia afuera del cuerpo.

La expansión del tórax se debe a la contracción del diafragma, que arrastra hacia abajo los pulmones, y a la contracción de los músculos intercostales, que elevan las costillas hacia delante, aumentando el volumen del tórax. Durante la espiración el diafragma se relaja y la elasticidad de los pulmones los hace regresar a su volumen inicial (véase la figura 2.8).


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