Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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6.1.3 Saberes ambientales y diálogo de saberes

Durante siglos se ignoró la existencia, características y potencialidades de los saberes o la sabiduría de los pueblos indígenas y campesinos del mundo. En términos generales, estos saberes son el conjunto de conocimientos prácticos, experimentales y reflexivos, que han sido patrimonio cultural de los pueblos y se transmiten de una generación a otra. Diversos autores han denominado a los conocimientos basados en la sabiduría: ciencia indígena, ciencias nativas, conocimiento popular, ciencia del pueblo, ciencia emergente, conocimiento campesino o más recientemente sistemas de saberes indígenas, e incluso se les puede encontrar como "sabiduría popular o folclor".

Diversas disciplinas, como la antropología, la lingüística, la historia, la filosofía y las genéricamente denominadas etnociencias, que incluyen a la etnobotánica, la etnozoología, la etnobiología y la etnoecología, entre otras, han avanzado mucho en el estudio y análisis de los saberes ambientales tradicionales. Estos sistemas de conocimientos se elaboran a partir de la observación y experimentación con las especies vegetales, la fauna, los suelos, y también sobre procesos tales como la sucesión vegetal, el comportamiento de los cardúmenes de peces, las asociaciones de plantas cultivadas mediante la agricultura o la silvicultura; siempre derivados de una profunda interacción entre los seres humanos y el ambiente.

La información es extraída del medio ambiente a través de procesos específicos de percepción y conocimiento por parte de los pobladores de una región, quienes seleccionan la información útil, que es preservada y transmitida de generación en generación, principalmente por medios orales. Muchas veces, esta sabiduría se encuentra contenida en narraciones, cuentos y mitos, así en la enseñanza práctica transmitida de padres y madres a los hijos e hijas. Debe agregarse que se trata de una enseñanza de saberes significativos, pues el discípulo casi siempre aprende "haciendo".2

Varios autores han escrito sobre los atributos de las sabidurías tradicionales, comparándolos con las características de la ciencia actual. El filósofo Luis Villoro expresa que tanto la sabiduría como la ciencia son procesos mediante los cuales se originan y acumulan los conocimientos en el mundo contemporáneo.

Para él, los sabios han buscado la verdad a través de un largo camino personal, de tipo individual, mientras los resultados de la ciencia se aprenden en libros, manuales y tratados, y se construyen de manera social.

a ] La sabiduría es reproducida en un ámbito local, mientras la ciencia lo hace en un ámbito universal.

b ] La sabiduría es transmitida oralmente, la ciencia, por lo regular, a través de la palabra escrita; de ahí que su continuidad dependa en el primer caso de personas específicas, y en el segundo, sea impersonal.

c ] La sabiduría surge de la observación y experiencia directa, concreta; la ciencia se aprende en situaciones usualmente abstractas, alejadas de un contexto de aplicación.

d ] La sabiduría es elaborada de manera intuitiva, la ciencia lo hace de modo analítico. Lo intuitivo incluye una buena dosis de creencia y emoción subjetivas, mientras lo analítico requiere separación y distancia entre sujeto y objeto.

e ] La sabiduría acumula e interpreta información sobre todo de manera cualitativa, la ciencia lo hace generalmente de manera cuantitativa.

f ] La sabiduría es holística o globalizadora, la ciencia es reduccionista o especializada. La ciencia deliberadamente rompe y aísla los datos de un fenómeno complejo para analizarlos por separado; para la sabiduría, todos los elementos están interconectados y no pueden entenderse aislados.

g ] La sabiduría deriva su conocimiento de experiencias directas y prácticas, de carácter personal; la ciencia, por el contrario, consiste en un conjunto de saberes compartidos por una comunidad epistémica dada.

h ] A la ciencia le importan los objetos singulares en tanto miembros de una clase susceptibles de ejemplificar relaciones entre conjuntos de objetos; para ella conocer un hecho es poderlo subsumir en enunciados generales que lo expliquen. La sabiduría, en cambio, se interesa por lo singular y concreto en toda su complejidad.

Así pues, la sabiduría aspira a la profundidad, la ciencia a la claridad, que se logra por medio del análisis y la transformación de temas complejos en ideas simples; mientras la sabiduría intenta comprender la unidad permanente de su objeto, su lenguaje no puede pretender precisión y conserva la oscuridad y riqueza de una gran variedad de significados.

Villoro concluye que la ciencia no puede reemplazar a la sabiduría o al conocimiento popular, ni éstos a aquélla. Ambas son formas de conocimiento necesarias para la humanidad, y agrega que hombre sabio no es necesariamente un científico, y un gran científico no se convierte automáticamente en un hombre sabio.

Tabla 9

Una de las características que no aparecen en los atributos anteriores y que tiene una enorme importancia es la percepción que de sí mismas tienen la sabiduría y la ciencia, en términos de su valor social y su poder. La ciencia ha construido una imagen muy fuerte de sí misma, mientras la sabiduría se muestra como un conjunto de saberes subordinados cuya importancia no siempre es valorada, o incluso es valorada negativamente, por el resto de la sociedad.

Para superar la subvaloración de la sabiduría es importante señalar que los sistemas de saberes locales no sólo sirven para la subsistencia de las pequeñas comunidades locales, sino también pueden contribuir a la resolución de los problemas que son parte de la agenda ambiental global y del desarrollo sostenible, tal como fue revisado en el apartado anterior a propósito de los recursos de la biodiversidad.

Las estrategias culturales para el manejo de los recursos naturales reflejan el conocimiento local de diferentes grupos étnicos, es decir, son sistemas de creencias, saberes y prácticas que forman sus "modelos holísticos" de percepción y uso de esos recursos. Con ellos han desarrollado importantes tecnologías agrícolas y realizado trabajos para el uso sustentable de recursos hidrológicos y el incremento de la fertilidad de la tierra, técnicas para la conservación de agua y la prevención de la erosión, así como variadas innovaciones y estrategias agroecológicas tales como las terrazas, chinampas, andenes y camellones, así como la técnica del policultivo o la rotación de cultivos, entre otros.

Hoy día, la cultura y los saberes de estos pueblos se han revalorizado como un "recurso para el desarrollo sustentable". En esta perspectiva, el legado cultural de los pueblos indígenas de América Latina, y del mundo entero, aparece como una parte integral del patrimonio de recursos naturales, definido a través de las relaciones simbólicas y productivas que han guiado la coevolución de la naturaleza y la cultura a través del tiempo.

Por ejemplo, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), también llamada la Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, emitió la Declaración de Río. Ésta señala en el Principio 22: "Los pueblos indígenas y sus comunidades, así como otras comunidades locales, desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo, debido a sus conocimientos y prácticas tradicionales. Los Estados deberían reconocer y prestar el apoyo debido a su identidad, cultura e intereses y velar porque participaran efectivamente en el logro del desarrollo sostenible". Para una mayor comprensión de la importancia de estos asuntos, véase el tema Medio ambiente y desarrollo sustentable.

Otro reconocimiento a la importancia de los sistemas de saberes locales fue hecho por el Consejo Internacional para la Ciencia (CIC), antes denominado Consejo Internacional de Uniones Científicas (ICUS-UNESCO), en su Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico, expuesta en enero de 1999, y en la cual se recomienda considerar a "los sistemas tradicionales y locales de conocimiento, como expresiones dinámicas de la percepción y la comprensión del mundo, ya que pueden aportar, y lo han hecho en el curso de la historia, una valiosa contribución a la ciencia y la tecnología, y que es menester preservar, proteger, investigar y promover ese patrimonio cultural y ese saber empírico" (Consideración 26).

Los saberes tradicionales son importantes porque nos ofrecen conocimientos sobre:

• El medio físico y sus interacciones ambientales.

• El ambiente biótico y los sistemas locales de clasificación.

• Los procesos ambientales y las prácticas productivas.

• La naturaleza y las prácticas experimentales del conocimiento tradicional.

• Los procesos de elaboración, conservación y transmisión de los conocimientos.

La Declaración de Río señala que debe apoyarse la participación de los pueblos y sus saberes en los objetivos y las metas del desarrollo sustentable, mientras la Declaración del ICSU dice que es necesario preservar, proteger, investigar y promover los sistemas tradicionales y locales de conocimiento. Este modelo de resolución de los grandes problemas mundiales, regionales o locales es la perspectiva idónea para la adopción de una política general de diálogo de saberes.

Para lograr este diálogo deben superarse las relaciones de asimetría y desigualdad, pues la articulación y complementación de saberes o conocimientos locales y regionales con las ciencias y tecnologías puede contribuir al proceso de construcción de sociedades sustentables, además de establecer una base firme para el logro de mejores relaciones entre los diversos pueblos del planeta entre sí, y de la sociedades humanas en su conjunto con la naturaleza.


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