La combinación de la gran diversidad natural y sociocultural produjo múltiples relaciones entre pueblos de culturas distintas y especies biológicas, lo cual hizo posible que en ciertas regiones del planeta se produjeran estilos de desarrollo específicos y procesos únicos de apropiación de la naturaleza, cultivo y domesticación de la flora y la fauna.
El cultivo vegetal y la domesticación animal fueron las grandes bases del desarrollo cultural y económico en el mundo. La multiplicación de la base alimentaria, la tracción animal para la roturación de tierras, la obtención de cuantiosas cosechas y el traslado y almacenamiento de productos agrícolas y enseres domésticos fueron muy importantes en el establecimiento de las primeras concentraciones humanas en ciudades y el posterior desarrollo económico y cultural.
El maíz (Zea mays), base de la alimentación humana y animal en América y que se ha extendido a todo el mundo, es la planta más importante de todas las sometidas a procesos de domesticación vegetal en México. Actualmente, los almidones del maíz poseen gran importancia en la alimentación y son utilizados ampliamente en la elaboración de alimentos industrializados; recientemente se emplean, además, para la obtención de biocombustibles, aspecto que ha suscitado grandes controversias. Del maíz mexicano se conocen hasta ahora alrededor de 41 razas principales y cientos de variedades.
En América, y más específicamente en la región conocida como Mesoamérica, que incluye la parte central y sur de México, Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua, se han domesticado alrededor de un centenar de especies vegetales de alto valor alimenticio, así como frutales y plantas medicinales de gran valor económico; algunas de las cuales se muestran a continuación.
En América del Sur, particularmente en las regiones andina y amazónica, se domesticó la papa, originaria de Perú, Bolivia y Chile, donde son conocidas más de 286 variedades. Este tubérculo se utiliza de forma muy amplia en todo el mundo, tanto para alimento humano como animal y en múltiples procesos industriales.
De esta extensa región del planeta proviene también gran cantidad de especies que hoy son muy conocidas en todo el mundo, las cuales se presentan en el siguiente cuadro.
El maíz y la papa son hoy elementos fundamentales de la alimentación del mundo y parte de la cocina nacional de muchos países a cientos de kilómetros de distancia de sus centros de domesticación.
A Mesoamérica y América del Sur —centros de origen de plantas cultivadas en el Hemisferio Occidental—, deben sumarse otras seis regiones: China, India, Asia central, Cercano Oriente, Mediterráneo y Abisinia. Estos ocho centros de plantas cultivadas en el mundo son los sitios de donde provienen la casi totalidad de los cereales, frutos, fibras, saborizantes, estimulantes, colorantes y plantas medicinales que conocemos y utilizamos diariamente.
En relación con la domesticación de animales, son cinco los principales centros de domesticación: Mediterráneo, China, India, Abisinia y América del Sur.
Como puede verse en el mapa de la página siguiente, en América sólo la zona de los Andes fue un centro de domesticación animal.
Las principales especies animales domesticadas en América del Sur son:
Esto no significa que en Mesoamérica no se hayan domesticado animales; sin embargo, su contribución fue menor que en América del Sur. Sobresalen las siguientes especies:
Los procesos de domesticación de las especies señaladas arriba ocurrieron aproximadamente entre los 10 000 y los 6 000 años antes de nuestra era; sin embargo, tal como lo han demostrado investigaciones recientes, los procedimientos de domesticación vegetal y animal siguen desarrollándose debido a la manipulación que con diversos propósitos realizan cotidianamente los campesinos, indígenas o no, con las mismas especies y en las mismas regiones en donde tuvieron lugar las primeras transformaciones hace miles de años.
A este fenómeno se le ha denominado variación bajo domesticación, pues en muchos casos modifica o acelera los procesos de variación que de otra manera se desarrollarían en lapsos mucho más largos (véase el concepto de variación en el tema Ecología).
Esa es otra razón más por la que las regiones mesoamericana, andina y amazónica abrigan una de las mayores diversidades biosocioculturales del planeta que, no se olvide, incluye un enorme acervo de saberes, importantes no sólo para ellos mismos, sino para toda la humanidad.
Por ejemplo, a principios del siglo XXI ha renacido la química de productos naturales pues, a pesar de los enormes avances de la síntesis química que tuvo un gran auge en la segunda mitad del siglo XX, se ha generado una nueva y amplia demanda de productos naturales en las industrias alimentaria, de medicamentos, de cosméticos y recientemente de energéticos, entre otras.1
Es importante tener presente que muchas de las plantas de las cuales actualmente se alimenta la humanidad fueron domesticadas por los habitantes originarios de México y América, y que hoy día estas regiones se tienen como grandes reservorios de especies conocidas y poco conocidas que pueden ayudar a enfrentar las necesidades actuales y futuras de la humanidad en materia de alimentos, medicinas, abonos orgánicos o energéticos, entre muchas otras, pues las plantas de ambas regiones, tales como maíz, frijol, papa y achira (Canna edulis) contienen grandes cantidades de carbohidratos susceptibles de convertirse en etanol o alcohol metílico, que tienen gran uso como biocombustibles.
Entre las especies alimenticias y forrajeras, las leguminosas, tales como los mezquites (Prosopis tamarugo o P. glandulosa) o el guaje (Leucaena leucochepala), tienen un futuro promisorio si se sistematizan su cultivo y cosecha. En el caso de la demanda de colorantes y fibras naturales, existe un repunte de las fibras vegetales provenientes del agave (Agave fourcroides), el hibiscus (Hibiscus tiliaceus) o el kapok (Ceiba pentandra), así como de la fibra animal de la alpaca y la vicuña.
Asimismo, una de las formas de enfrentar la erosión de los suelos y la desertificación en extensas zonas del planeta —problema ambiental paralelo al cambio climático global— es el manejo de las áreas de cultivo mediante la utilización de plantas con alta resistencia a la sequía y a la salinidad. Entre las plantas más resistentes conocidas actualmente se encuentran muchas leguminosas como los huizaches (Acacia farnesiana) y los mezquites, así como los agaves (Agave longisepala y A. cupreata).
En estos momentos de búsqueda de nuevas relaciones entre la sociedad y la naturaleza es fundamental recordar que las especies botánicas o zoológicas domesticadas y útiles fueron producidas por los pueblos indígenas, originarios, nativos, tribales o campesinos que han habitado mayoritariamente las áreas rurales del planeta, y que existe un profundo conocimiento tradicional acerca de la vida de esas especies que son parte de modos específicos de apropiación material y simbólica de la naturaleza, que es necesario conocer y revalorar.