Enciclopedia de Conocimientos Fundamentales
UNAM ˜ SIGLO XXI


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5.1.3 Historia

Desde Aristóteles hasta Linneo y Buffon, la historia natural fue descriptiva, y aunque algunos naturalistas agregaron a sus observaciones comparaciones y teorías explicativas, la concepción dominante, hasta el siglo XVIII y la primera mitad del XIX, fue la teología natural.

Karl von Linneo, en el siglo XVIII, habló por primera vez del equilibrio de la naturaleza que, según él, se debía a la acción divina que determinaba el lugar que le correspondía a cada especie en la naturaleza. La concepción de cadena alimentaria y de ciclos biogeoquímicos se encontró por primera vez en una tesis escrita por un alumno de Linneo titulada La economía de la naturaleza, en la cual se describe el ciclo del agua y la relación entre presa y depredador. Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, usa por primera vez la concepción de equilibrio ecológico; afirmaba que la naturaleza tendía a un equilibrio, por lo que si en un ecosistema los depredadores aumentaban su población, se presentaría un lapso de esterilidad temporal, hasta que la población regresara a sus niveles normales. Alexander von Humboldt estableció por primera vez la relación existente entre los vegetales y los diferentes climas y cuestionó la clasificación de Linneo respecto a la distribución geográfica de las plantas.

La visión de Linneo de que cada especie pertenecía a un lugar específico fue cambiando; algunos naturalistas se interesaron por comprender los procesos de migración de algunas aves. América era un ejemplo de que muchas especies trasladadas de su medio original podían sobrevivir en otros hábitats.

En los siglos XVIII y XIX, los naturalistas tenían una concepción integral del ambiente, por lo que la ecología estuvo muy relacionada con disciplinas como la geología y la paleontología. De hecho, los hombres de ciencia trabajaban en varias disciplinas a la vez; Darwin, por ejemplo, realizó sus primeros trabajos en el campo de la geología.

En Europa, la Revolución Industrial con la consiguiente creación de fábricas alteró en forma definitiva el paisaje. Las ciudades crecieron y aumentó la población. La economía cambiaba a pasos acelerados y generaba alteraciones drásticas en el ambiente. Como resultado, los científicos se preocuparon por entender el papel de los seres humanos en la naturaleza.

La combustión doméstica y la de las fábricas produjeron la aparición de grandes nubes de esmog (niebla combinada con humo) en Londres. En torno a éste y a otros problemas se organizaron grupos de ciudadanos que pretendían frenar el daño que las industrias ocasionaban al medio. La realeza se interesó por la conservación de las especies y surgieron mecenas comprometidos con los naturalistas, acción que dio como resultado la fundación de jardines botánicos.
Si bien no había todavía una orientación para aprovechar los recursos en forma racional, el interés por las especies de ornato empezaba a fijar los ojos de la sociedad en la naturaleza y la conservación de su belleza.

En 1866, la palabra ecología apareció por primera vez en el libro de Haeckel, Morfología general de los organismos. A fines del siglo XIX, como resultado de los trabajos de Eugen Warmin, se dio una separación entre la botánica de las formas de crecimiento y la geobotánica clásica, y se acentuó el interés por dilucidar la relación entre los organismos y su ambiente físico. Los ecólogos vegetales percibieron que las plantas de una determinada región formaban verdaderas comunidades, en donde destacaban interacciones como el parasitismo y la simbiosis.
Todo ello dio paso a la ecología como una disciplina con un cuerpo teórico y metodológico propio.

Poco a poco, la ecología fue adquiriendo un lenguaje propio que le sirvió para comprender los niveles de organización de los seres vivos en su medio y su interacción con los factores físicos. Los estudios de campo se convirtieron en la metodología básica de los ecólogos, pues la mera observación era insuficiente para entender las relaciones con el medio ambiente.

La publicación de El origen de las especies de Darwin, quien refutó la teología natural e introdujo en su explicación sobre los fenómenos de la naturaleza conceptos como competencia, fecundidad, adaptación y coevolución, tuvo una gran influencia en el desarrollo de la ecología. La teoría de la selección natural dio a los naturalistas el sustento teórico que necesitaban para entender la relación entre los organismos y el medio, y desacreditó las concepciones mecanicistas y fijistas acerca de los seres vivos.

Para los investigadores existe una estrecha vinculación entre las ciencias que tratan de la evolución de los seres vivos y el origen de la ecología como una ciencia que explica la relación entre los organismos y su ambiente. La teoría de Darwin destacaba, sobre todo, la interacción de los organismos con su ambiente y dejaba claro que las especies podían extinguirse cuando no fueran capaces de adaptarse a los cambios bruscos del ambiente. Al explicar el papel del medio como un agente selector de los organismos más aptos y de eliminación de aquellos que no lo fueran, quedaba claro que las especies habían cambiado a través del tiempo.

El siglo XX se convirtió en la época de auge de la ecología. Los daños causados por el desarrollo industrial y los desastres ocasionados por las guerras alertaron a todos los países acerca del peligro tan grave en el que se encontraba el planeta. Los ecólogos empezaron a enfocar los problemas del ambiente en forma dinámica. El ecólogo inglés A. G. Tansley inventó la palabra ecosistema para designar el complejo formado por la biocenosis y su entorno, el biotopo. Otros se preocuparon por comprender la importancia de las relaciones tróficas que se daban en el ecosistema, el papel que desempeñaban las comunidades vegetales, de las cuales se afirmaba ya que eran autótrofas y que constituían, por lo tanto, la base de las cadenas alimentarias. El estudio de la fotosíntesis se asoció con la función de productores en el ecosistema, de los cuales dependen herbívoros y carnívoros; se describió también el papel de los desintegradores.

Charles S. Elton, en su libro Ecología animal (1927), popularizó el concepto de nicho que había utilizado por primera vez Joseph Grinnel en 1913 para explicar la función que desempeñaban las especies en los ecosistemas. Describió el nicho ecológico como el trabajo o profesión de cada uno de los seres humanos que constituyen una sociedad. En 1946, G. Evelyn Hutchinson propuso que las relaciones ecológicas debían verse como sistemas gobernados por interacciones casuales. Explicó que los ecosistemas son sistemas autónomos en donde se produce todo lo necesario para su funcionamiento. Por su parte, Vladimir Vernadsky inventó el término biosfera a principios de siglo XX.

El laboratorio de biología marina de Plymouth, dirigido por E. J. Allen (1866-1942), realizó importantes investigaciones en ecosistemas marinos, que analizaban la manera como se relaciona la luz solar con el crecimiento de las plantas y la circulación de nutrientes en el ecosistema. Ramón Margalef afirma que las preocupaciones de los agricultores por el aprovechamiento de los nutrientes también contribuyeron a formar estas teorías.

La industria siguió su desarrollo y, en consecuencia, el daño al ambiente. El uso inmoderado de los recursos naturales empezó a producir efectos perjudiciales en Europa. La tala de bosques generó deforestación, y los cambios en el clima, en el suelo y en la humedad, condujeron a los científicos a una concepción holista y a pensar en el ambiente como un todo.

Hasta hace unas décadas los ecólogos no tomaban en cuenta el papel que desempeñan los seres humanos en la naturaleza. En la actualidad, no puede concebirse el ambiente sin considerar el impacto que el ser humano ha causado en la Tierra.


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